CAPÍTULO 20. Un maestro especial.

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Un lugar cálido, agradable en donde podían sentirse abiertos a la comunicación era lo que había intentado crear, un ambiente cargado de armonía y paz para que todas las experiencias de la vida puedan ser contadas, transmitidas y liberadas.

En ese lugar especial comenzaba la historia de uno de sus mayores maestros de vida, llegó el momento de seguir aprendiendo.

Nicolás es un hombre de treinta tantos años, de contextura media, baja estatura, que viste jeans y camisas entre informales y elegantes, lucía presentable, se notaba que prestaba mucha atención a la apariencia física. Tenía aroma a madera mezclada con cítricos que impregnaba el lugar cada vez que la visitaba.

Su presencia irradiaba una energía muy particular, su mente estaba confundida pero en apariencias estaba tranquilo.

Cargaba en el hombro un morral que muy pocas ocasiones lo dejaba e insistía con que era necesario llevarlo porque ahí tenía parte importante de su vida.

Con el tiempo ella descubriría que llevaba un diario personal en el que había infinitas historias de vida, que al momento de conocerlas harían que descubriera una nueva forma de vida.

Una soleada mañana de primavera, con el hermoso sol brillando en el cielo azul, el aroma de las flores en pleno crecimiento, los pasos de Nicolás se escuchaban en la cera de camino a la casa de Victoria.

Era la primera sesión recomendado por una amiga que la había conocido, le aseguró que era la persona a la que no solo le podría contar todo lo que le pasaba y pensaba también sentiría la comodidad de mostrarse y ser él sin máscaras.

Una escalera corta de entrada, una puerta blanca y la sensación de que podía dejar salir al alma. Cerró el puño y golpeó la puerta, pasaron unos segundos y se abrió, allí estaba ella parada con una gran sonrisa, presentación hecha.

Entraron por un pasillo que los conducía al sitio en donde pasarían muchas horas de charlas, confidencias, aprendizajes, llantos y risas que los convertirían en amigos eternos.

El escritorio tenía una cálida lámpara, un reloj, piedras, anotador y plumas, caramelos, una caja de pañuelos a la que Nicolás prestó atención y pensó: ¿Quién se anima a llorar acá?.

Mientras se sentó, estiró las piernas y acomodó la espalda, miró sus manos pensando que no sabía qué hacer con ellas; respiró hondo, esperó que ella se siente, cuando levantó la cabeza se encontró con una mirada que lo observaba detenidamente, no era intimidante por el contrario esa mirada le daba confianza y le transmitía paz, una inmensurable e indescriptible paz.

Cuando le contaron sobre ella pensó que su amiga exageraba la descripción porque quería convencerlo para que fuera, ahora que la tenía enfrente sentía que era todo eso que le había contado y con el tiempo descubriría aún más.

Ella se acomodó en el sillón sin ser demasiado consciente de todo lo que generaba en quiénes la conocían, solo sentía que quería ayudar y el sentido de responsabilidad por entrar en la vida de los demás en ocasiones no la dejaba ver lo mucho que transmitía y era.

La primera pregunta fue: ¿Cómo estás?.- Eso genera confianza.

Siento que me estoy volviendo loco.- Contestó él y la miró con cara de susto.

Sin demasiada formalidad y cómo es su costumbre le pidió que le contará qué era lo que lo hacía pensar eso.

Nicolás la miró, sonrió y respondió con otra pregunta: ¿Adónde crees que van las almas cuando el cuerpo muere?.- Soltó la pregunta.

Así, sin preámbulos, soltó la pregunta creyendo que ella no respondería cómo le había sucedido en otras ocasiones en las que había visitado terapeutas en busca de alguna que otra respuesta a tantas preguntas que le habían surgido en los últimos años.

La pregunta no la sorprendió, era uno de los temas que había estado viviendo, estudiando e investigando durante mucho tiempo, se encontraba frente a la posibilidad de dar respuesta a alguien que necesitaba entender que hay vida después de esta vida.

Se acomodó, sonrió y contestó lenta y pausadamente para que él comprendiera cada una de sus palabras:

Las almas abandonan el cuerpo físico, el envase como suelo llamarle, una vez que han cumplido con lo que venían a hacer en este plano o vida. Salen del cuerpo una vez que se corta un cordón de energía que la mantiene unida a él, pero no se van de este plano rápidamente; como casi todo en la vida les lleva un proceso de adaptación al nuevo estado y luego se elevan para poder volver y reencarnar en otro envase.- Hablaba pausadamente.

Él la miró sorprendido y fascinado, era alguien que sin dudarlo le había contestado y pensaba que al fin podría hablar de todo y sin reparos.

Ahora entendía porque los pañuelos tan a mano, sintió una intensa emoción y las lágrimas comenzaron a caer como si una canilla se hubiese abierto de golpe, eran tantas y hacía tanto tiempo que no lloraba que todo el cuerpo respondió y se hizo eco de ese llanto.

La miró y le pidió que lo perdone, ella le tendió un pañuelo, dijo lenta y suavemente: "Deja que se limpie tu alma".

Lo dejó desahogarse un buen rato y cuando sintió que era el momento habló calma y tranquila:

Ahora sí podemos empezar a caminar juntos, todos aquellos que vienen en busca de ayuda primero tienen que abrir el alma, sin ese paso previo nuestro camino sería más complicado y mi labor no tendría los resultados esperados.- sonrió con calidez.

Ya mucho más tranquilo y con una sensación de alivio en el alma asintió con la cabeza, haciendo que un mechón de cabello caiga en su cara y le hiciera reír.

Sintió tanto alivio que no lo podía explicar con palabras, comenzó a contar la historia por la que estaba ahí.

Despertaba muchas noches con la extraña sensación de que alguien se sentaba en los pies de la cama, se levantaba y miraba pero no llegaba a ver nada. Lo que más le preocupaba era que sentía que lo llamaban por su nombre y cuando giraba, nada... aire y solo aire ante sus ojos.

No comprendía porque en ocasiones sentía que alguien iba detrás o se sentaba a su lado cuando conducía el coche.

Tantas situaciones extrañas que la mente lógica y razonable no podía entender, llegó al punto de pensar que se estaba volviendo loco. Como hacen muchas personas lo primero a lo que recurrió fue a un psicólogo porque creyó que la pérdida que había experimentado había pasado sin ser resuelta.

Varias sesiones y entendió que no era por ese lado, ahí no encontraría las respuestas, lo charló con amigos y descubrió que muchos de ellos habían vivido alguna situación semejante en algún momento de la vida pero ninguno salió a buscar respuestas, es más se habían quedado pensando que eran imaginaciones y lo habían dejado pasar.

Pero él no eran de los que dejan pasar por alto las cosas, hacía un tiempo que las preguntas rondaban en la cabeza, hasta que su amiga le dijo que conocía a alguien que estaba muy relacionada con todo lo referido a almas, ángeles y otras vidas, algunos los llaman médiums otros terapeutas holísticos.

Buenas, buenas ¿Conocen algún médium?...

Despertando: Encuentra tu propia luz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora