Ꮺ ָ࣪ capítulo 16 𓂃

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˖⁩ octavo mes de embarazo ꒷꒦ .

–Allí no, Nono. – Decía Jaemin negando con su cabecita al ver a su alto novio querer colocar el mueble para las cositas de su bebé cerca de la ventana.

–¿No? – El menor niega. –Bueno, entonces, ¿allí? – Pregunta dejando el bonito mueble en el suelo, señalando otro lugar de la habitación, más cómodo y agradable para colocarlo.

–Ahí se ve lindo, y es más cómodo, amor, no estorba a las demás cosas. – El mayor deja aquel mueble donde indicaba su adorable novio, el cual se acerca a él y lo abraza, cruzando sus brazos por el cuello ajeno, para luego unir sus belfos a los contrarios en un suave y tierno beso. Al separarse se miraron con un inmenso y puro amor y sonríen. El mayor dirige su mano a la abultada pancita de treinta y tres semanas y la acaricia suavemente.

–No puedo creer que en unas semanas ya estaremos con nuestro bebito, princesa...  – Dice suavemente para bajar su mirada y ver la pancita sobresaliente del hoddie rosado de su novio.

–Yo tampoco lo creo, Dottori. – Mira a su alfa con ternura, para luego abrazarlo, claramente teniendo cuidado de no aplastar demasiado su cuerpo con el otro. –¿Te parece si seguimos con la habitación de nuestro bebé? Ahora con esta panza ya no puedo dormir bien, y quiero una pequeña siesta luego de acabar. – Sonríe cansadamente. Era cierto, a ese punto del embarazo su hinchada y gran pancita dificultaba el proceso de dormir, puesto que ocupaba más espacio, y no podía acomodarse como quería, sin contar que además algunos días le dolía horriblemente la espalda por el peso demás y también se le hinchaban con más frecuencia sus piecitos.

–Claro, amor, traeré la ropita de nuestra habitación para acomodarla en los cajones. – El menor asintió y Jeno dejó un beso en la punta de su naricita para dirigirse a la habitación contigua. Mientras el omega esperaba al mayor, recorrió con sus ojitos aquella habitación, vio el pulcro color blanco de las paredes, pues esa habitación no era muy usada anteriormente, y mantuvo su bonito color así, vio también el mueble de madera blanco con celeste que su novio acababa de dejar, un sillón en la esquina de la habitación y una silla mecedora. La cuna que tanto le había gustado se encontraba armada en una posición que no molestara. En otro mueble estaban guardados los pañales y biberones, algunos peluches estaban sobre las mantas de la cuna, y sobre la misma uno de aquellos bonitos juegos colgantes con una relajante música si se apretaba un botoncito. Había bastantes repisas blancas en las paredes llenas con distintos objetos y cosas, un cambiador para el bebé y un reloj blanco con celeste. Llegó su novio con las cuatro bolsas de ropita de bebé y comenzó a sacarlas, dejando una por una en el cambiador, esperando a su novio.

–¿Puedes doblar tú la ropa mientras yo la voy acomodando y guardando, Nono? – El mayor asiente feliz y comienza a doblar las pequeñas y adorables prendas, extrañamente el alfa era muy bueno y ordenado para doblar ropa. Las depositaba en las manitos de Jaemin, quien comenzaba a ordenarlas en aquel mueble. Ambos conversaban tranquilamente, reían y se robaban besos mientras hacían aquellas labores a esas horas de la tarde un día sábado, disfrutando simplemente la compañía del otro, y claro, de su pequeño bebé, que de vez en cuando pateaba un poco fuerte, logrado que el menor colocara una mueca al sentir a su pequeño moviéndose dentro suyo. Su novio acariciaba su pancita y le hablaba, logrando calmar al pequeño ser creciente dentro del omega.

Pasada la media hora, siendo las seis menos cuarto, ambos chicos se colocaron en la puerta de la habitación, analizando como había quedado aquel bonito lugar donde estaría su bebé en unas cuantas semanas. El mayor abrazó a su novio y se dirigieron a la habitación de ellos.

–Ahora sí, descansa, Nana. – Ambos se acuestan en la cama sobre las mantas, el menor asiente somnoliento y se acomoda en el pecho del mayor, hundiendo allí mismo su carita (privilegios del yemina).

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