2

217 18 14
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

M i a

Odio el mar, odio la piscina, odio la playa, odio el agua en mi cuerpo. Odio sentir que me voy hundiendo en el oceano.

Recuerdo la primera vez que mis padres me llevaron a la playa. Tenía 6 años y fue emocionante, sin duda. Primero jugaba con las olas, tan solo a la orilla, luego iba un poco más adentro y aprendi a zambullirme, mi padre, como siempre, me tomaba fotos y yo posaba con aquel gracioso bikini de Minnie Mouse. Debo decir que, me encantaba ir a la playa, o a cualquier lugar que tenga que ver con agua. Mamá sabia y me consentia mucho, llevándome cada finde o cada dos semanas a divertirme. Pero cuando tuve 12 deje de ir, la rutina ya empezaba a aburrirme y el interes era poco, claro que iba una vez cada tres meses o a veces buscaba otros planes.

Sin embargo, cuando fue mi cumpleaños numero 14, toda mi familia se reunió, abuelos, tios, primos y ¿Adivinen que?, exacto, que mejor plan que celebrarlo en la playa, haciendo un picnic y tomandonos fotos, mientras disfrutabamos del mar. Me parecio excelente, invite a Lucrecia y a un chico llamado Pablo, pero esa es otra historia. Fuimos desde muy temprano, e hicimos un tipo brunch. Nos tomamos fotos y esperamos el atardecer.

Mientras esperabamos, les dije a mis amigos para meternos al mar, Pablo no queria porque decia que ya empezaba a hacer frio, más Lucrecia asintio emocionada. Estuvimos jugando en la orilla primero, salpicandonos el agua y sintiendola en nuestros pies, poco a poco se me antojo a ir más adentro y Luli me dijo que no parecia ser buena idea ya que estaba oscureciendo, aún así mi terquedad pudo más. Pensé que estaba sola, no obstante, como siempre, Lucrecia me estaba tomando de la mano, y me sonrio, alentandome. Hasta que una ola nos revolco y reimos un poco, no obstante mi mejor amiga nego, y otra vez me prohibió ir más alla.

No hice caso, sabía que mi padre estaba viendome y cuidandome de lejos.

No me di cuenta que él tuvo una llamada de negocios y fue a atender. Y segui adentrándome en el mar, que a decir verdad, estaba tranquilo. Hasta que empezo a llover.

Senti que el agua me sacudio, y aunque en un principio me tomo desprevenida y lo encontre divertido, pero luego me volvio a sacudir y con mayor fuerza. Empece a sentir pánico y quería regresar a la orilla, pero mis pies apenas tocaban la arena y cuando el agua paso por mi cabeza, las lagrimas y gritos me embargaron. Pataleaba con fuerza y aún así el aire se me iba de los pulmones y la fuerza tambien. Hasta que senti como unos brazos me rodearon, sacándome del mar. Mi garganta ardía y no dejaba de toser.

Adicciones, entre otras cosas; Enzo VogrincicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora