Después de despilfarrar toda la tarde, observando fotos, videos y todo lo que tenga que ver con el reciente furor y reconocido actor Enzo Vogrincic, Mía, una intensa y desquiciada fan, decide enviarle el milésimo mensaje del día.
Esperando, como si...
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E n z o
Momentos antes del beso.
No se que hago en este lugar.
Es todo muy oscuro y las bebidas no son agradables. Ademas es sofocante. Tanto que he tenido que sacarme la corbata y aflojar unos cuantos botones de mi camisa. En un principio la idea de venir a este bar me parecio brillante, sobretodo porque Kuku y Pardella dijeron que necesitaban salir y relajarse.
Sin nenes. Ya saben a quienes me refiero.
Claro que los queremos, y nos hacen sacar nuestro instinto paternal, no obstante a veces nos merecemos un respiro de cada uno de ellos.
Aunque, es totalmente irónico, pues en este bar, la mayoria de personas parecen estar entre los 18 y 25. Más aún las mujeres, no entiendo como sus padres les permiten venir a lugares como estos. Es decir, podrían ir a un boliche y divertirse, pero prefieren venir a un bar donde hay hombres mayores y tomarse copas con ellos. No lo entiendo.
De pronto el nombre de Mia viene a mi cabeza, agradezco saber que ella jamás se encontraria en una situacion así. O por lo menos estoy un 99% seguro que ella no vendría a estos lugares, mucho menos estar con hombres que le doblan la edad.
Una pizca de remordimiento me embarga al saber que yo soy mayor que ella por 11 años. Peor aún al pensar en cuantas veces la he tenido para mi solo, lejos de cualquier tipo, lejos de cualquier idiota que pueda admirar su belleza.
Solo para mi y lo mucho que me ha costado contenerme de no tomarla entre mis brazos, arrancarle su ropa y cortar con esa inocencia que desprende a cualquier lado que va.
—Enzo, creo que esos chicos conocen a Mia.
Como si Agus leyera mi mente irrumpe en mis pensamientos, a la vez que señala a un grupo de tres chiquilines, quienes están a unos asientos de nosotros en la barra, ellos miran su celular con tanta concentración, mientras rien. Enarco una ceja y le doy un sorbo al vino blanco que Kuku ha pedido para mi.
—La mencionaron ¿No? —la voz de Esteban acapara mi atención —Aunque puede haber muchas chicas llamadas Mia en esta ciudad.
Aquello me relaja y solo atino a asentir, —El nombre de Mia no suena en boca de cualquiera.
