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M i a

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M i a

Yo no me llamo ángel. Pero si reconocí la voz inmediatamente, aquella voz tan pausada, ten suave y elegante. Tan varonil, lo cual hizo que mis piernas quieran temblar.

Se que a mis espaldas se encontraba Enzo Vogrincic.

Y aunque me quería lanzar a sus brazos, de forma intensa, y decirle lo mucho que lo quiero. No pude. El recuerdo de Enzo pidiéndome que dejara de molestarlo se acumula en mi garganta, causando un nudo. Es así que, hago caso omiso al llamado, pero el timbre de su voz vuelve a resonar como eco en mis oídos.

—¿Mía?

No quiero girar, no quiero girar, no quiero girar.

No obstante empiezo a contar en mi mente; un buen tip que Lucrecia me dio para que no "caiga en la locura"

Me doy la vuelta y lo encaro.

En cuanto lo veo, mi respiración se eleva y pierdo la cuenta del numero en el que voy.

Su presencia imponente, varonil y demandante queda a la perfeccion con su elegancia y su forma de vestir Trago grueso al darme cuenta de sus fornidos brazos y de lo alto que es, o al menos para mi. No puedo evitar fijarme en su mano derecha, que esta en el bolsillo de su pantalon, haciendo lucir, de manera tensa, su brazo resaltando sus venas, aún más. Su cabello azabache esta ligeramente despeinado y despreocupado.

Mi mirada sube a su rostro y su mandibula afilada me hace estremecer por dentro, los pomulos prominentes no se quedan atras y aquellos ojos marrones se encuentran con los mios. Por alguna razón siento que estoy babeando y me obligo a salir

Quiero abrazarlo, quiero una foto con él. Quiero charlar con el.

—Ese es mi nombre. —hago todo lo posible por no tartamudear y pongo de mi parte para no caer al suelo. 

Adicciones, entre otras cosas; Enzo VogrincicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora