Extra III

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Catherine avanzó por los concurridos pasillos de las Industrias Ivanov.

En sus brazos cargaba los últimos informes transmitidos por la jefa de American Shield, quien había indagado con mayor profundidad en el accidente de coche ocurrido hacía unos meses. Dimitri desconocía la identidad de la directora y, puestos a ser sinceros, nunca había mostrado interés por descubrirla. En cuanto supo que Natalie y Leopold abandonaban sus puestos en la asociación, la calma que le inundó fue... indescriptible. Sin embargo, las noticias transmitidas por Svetlana despertaban todos los sentimientos menos tranquilidad. Catherine había recibido el sobre en persona. Svetlana se había ocupado de localizarla, puesto que desconfiaba de cualquiera que no fuera ella para leer su contenido. Era consciente de los infartos que Dimitri había padecido en los últimos años, y lo último que buscaba era que sufriera de un tercero si leía lo que contenía el sobre.

Pese a ello, Catherine no tenía más remedio que compartir la información con él. Nada más leer el primer párrafo, creyó que su alma ascendía al cielo y que no regresaría. Aclaró su garganta y presionó el oído sobre la puerta del despacho, comprobando si su esposo se encontraba ocupado en una reunión con los asesores. Cuando no distinguió ningún sonido más allá de las teclas, acomodó su camisa de seda y se peinó con nerviosismo; sintiéndose por enésima vez como una joven que iba a presentarse ante su inquietante jefe.

—Oh —musitó él en cuanto apreció a Catherine en la puerta. Dejó de teclear de inmediato y echó la silla de escritorio hacia atrás, incorporándose—. ¿Qué haces aquí? Pensaba que hoy estarías en casa. Apenas tenemos trabajo. —Esbozó una sonrisa para ella.

—Tenemos que hablar —respondió con preocupación.

El sobre que portaba entre sus manos pareció aumentar de peso. De hecho, si no fuera por el firme pulso con el que había abandonado su hogar, hubiera apostado a que la gran cantidad de folios terminarían esparcidos sobre el entarimado de madera.

—¿Qué ha ocurrido? ¿De qué son esos papeles? —se interesó, borrando la sonrisa.

—Te recomiendo que tomes asiento. No he esperado a que volvieras a casa por Geraldine y Peter. No quiero que ellos estén delante cuando te entregue esto. —Palmeó el sobre y aprovechó para agarrarlo con más firmeza—. No tenía ni la menor idea de que recibiría algo así a tan poco tiempo de los acontecimientos. Me ha asombrado la rapidez con la...

—¿Quieres divorciarte? —le interrumpió, palideciendo.

—¿Cómo?

Catherine dejó caer los brazos a ambos lados de su costado, pasmada. A juzgar por el rostro congestionado de Dimitri, supuso que él había malinterpretado sus palabras. Aquella expresión tan severa de Catherine, el porte recto con el que había entrado, las indirectas que había en sus frases... Catherine estaba dispuesta a dejar pasar esa estúpida e imposible pregunta cuando se percató del sudor que otorgaba brillo a la frente de Dimitri. En cuestión de pocos segundos, él no pudo hacer más que apoyarse en el escritorio y abanicarse con el primer documento que encontró a su alcance, demasiado mareado.

—¿Realmente has creído que...? Qué bobo eres, Dimitri.

Se olvidó momentáneamente del mensaje y acudió a su rescate, calmándole.

Le ayudó a tomar asiento y le quitó la corbata, aprovechando la cercanía para desabrochar los dos primeros botones de la camisa. Dimitri tomó profundas bocanadas de aire, tal y como le había enseñado su médico, y masajeó su pecho con dos dedos, realizando pequeños círculos. Ella no estaba preocupada por otro ataque. Dimitri se había recuperado por completo y las últimas pruebas demostraban que no podría estar más saludable y en forma. Lo que padecía el señor Ivanov en ese momento era un severo ataque de ansiedad. Haciendo caso omiso a sus pensamientos, hundió las rodillas en el suelo y tomó el rostro de su marido entre las manos, acunándolo. Quería reír, sí, pero tuvo que contenerse. Cada año que pasaba, Dimitri se convertía en un hombre más inseguro. La belleza y la juventud no eran eternas, y a él le preocupaba que ella se cansara por la diferencia de edad.

Cuarenta problemas [Los Ivanov 2] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora