𝑋𝐼𝑋. 𝑎𝑙𝑚𝑎𝑠 𝑔𝑒𝑚𝑒𝑙𝑎𝑠.

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Lancé una pequeña piedra hacia el lago del parque intentando hacerla rebotar mientras esperaba a que Melanie terminase de analizar la historia que viví con Alexis hace dos noches. Ella seguía en shock, y buscaba en su mente qué palabras en clave usar para que las familias a nuestro alrededor no se diesen cuenta de quién era el sujeto involucrado.

La piedra no rebotó. Busqué otra cerca de nosotras sin tener que levantarme del suelo. Melanie por fin habló.

—¿A ti no te dio un regalo?

—Me dio un ramo —respondí—. Y después me dijo que tengo al... streamer —reemplacé su apodo original— completo para mí sola cuando le reclamé por darle demasiada merch a Santi.

Melanie me sonrió y me sacudió de los hombros reprimiendo pequeños gritos. No sé si haber gritado «Quackity» habría tenido menos cabezas girando hacia nosotras que las sorpresivas y repentinas reacciones de mi mejor amiga.

—¡_____, lo tienes súper enamorado! Ay, qué lindo es el amor.

Escucharla me robó el aire.

—¿Enamorado? —repetí en un susurro. Melanie apartó las bolsas de regalos abiertos y envoltorios que teníamos a nuestros costados para acercarse más hacia mí. Apoyó sus codos sobre sus rodillas, acunó su barbilla con sus manos y me miró. Sus ojos lucían felices por escuchar mi historia, pero querían saber más. Estaban suplicando por más información—. ¿Qué quieres decir?

—Pensé que tu jefe quería tener una pequeña aventura con su guapa e inteligente asistente, pero al parecer va en serio contigo.

Hice una mueca.

—No creo que él sea de ese tipo de personas.

¿De verdad lo sé?

—¿De los que se quieren casar? —preguntó Melanie.

—No, de...

Hasta hace poco él me permitió verlo sin su gorra y besarlo siendo Alexis. Antes de eso solo conocía a Quackity en un contexto laboral y social; sé lo extrovertido que es Quackity, pero lo introvertido que llega a ser Alexis. Lo hiperactivo que llega a ser Quackity, y lo ansioso que es Alexis, pero parte de ello es gracias a lo que he visto en sus directos.

He probado un poco de conocerlo en la intimidad, pero jamás he tenido la oportunidad de conocerlo más allá de lo que tengo permitido, de descubrir quién está debajo de esa máscara. Aunque supiese unas cuantas ideas suyas, sé que no conozco al sujeto que estoy besando como desearía.

Y si no lo conozco a él, ¿quién dice que él se enamoró de mi verdadero yo, y no de un concepto?

Gruñí y lancé una piedra más hacia el lago. De nuevo, no rebotó.

—¿Pasa algo?

—Todo, y nada —Melanie no entendió, pero me dejó explicarle segundos después—. Hace detalles muy lindos por mí, y desde el inicio me ha dejado en claro que estaría dispuesto a romper las reglas por estar conmigo, pero no entiendo por qué lo hace.

—¿Porque le gustas? —sonrió—. No hay mucha ciencia, _____.

—Pero va muy rápido —insistí—. Quiero decir, no llevamos ni tres meses conociéndonos, y hay algo entre nosotros. No sé qué es, pero sucede algo... importante.

Odio comparar mis experiencias pasadas con las actuales, pero era imposible no notar lo obvio.

Sus caricias son más delicadas y cuidadosas que las que alguna vez mi piel sintió de parte de otro hombre. Los besos son gestos íntimos y adictivos, causando que ambos deseáramos borrar el mundo entero para sumergirnos en el nuestro. Y sus abrazos eran suficientes para hacerme sentir segura y protegida en una ciudad desconocida.

Disponible solo por negocios | QuackityxTnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora