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Un nuevo fin de semana, otro en el que me encerraba en mi habitación a comer cantidades poco saludables de helado y a hacer un maratón extenso de Gilmore Girls.

Estaba en pijama, acostada en la cama y lista para darle play al capítulo cuando tocaron la puerta.

Fui a abrir renegando un poco, pensado que tal vez a Montse que se le había olvidado su tarjeta, ya que hoy iba a salir con el chico que llevaba semanas saliendo.

Pero no.

Matías Recalt, Blas Polidori y Fran Romero estaban parados frente a mi puerta.

— Chicos, ¿todo bien? — saludé sacada de onda.

— Hola Juli, sí, todo bien. — dijo Fran.

— ¿Necesitan algo?

— Sí, te íbamos a invitar a ir con nosotros hoy. Vamos a un bar, ¿Querés? — Sonrió Matías mientras me invitaba.

Me sorprendió que los 3 chicos estén aquí, normalmente me invitan en la mañana mientras los maquillaba, además siempre me decían cada uno solo; pero en esta ocasión vinieron los 3 juntos uniendo fuerzas y además poco tiempo antes de que sea la hora a la que normalmente van.

Esta vez fue distinto, no sé si fue el nerviosismo, o el gesto de haber ido a buscarme hasta mi cuarto, o qué hacía semanas que no salía del hotel para algo que no era del trabajo. Pero por segunda vez y para sorpresa de los 3 chicos, acepté:

— Bueno, está bien voy. Pero me tengo que arreglar un poco así que voy a tardar. Pasen si quieren. — me hice a un lado y deje que los 3 chicos pasaran, los 3 sorprendidos por su éxito.

— Pensé que ibas a decir que no. — dijo Blas.

— No tengo nada mejor que hacer. — bromeé mientras apuntaba al helado en la mesita de luz. — Coman si quieren, y si tienen ganas pongan algo en la tele, que voy a intentar tardarme solo un poco pero no prometo nada.

— Tengo unas re ganas de comer helado, pero si se llegan a enterar nos matan. — admitió Matías. Y era cierto, todos estaban en una dieta muy estricta para poder bajar de peso. La verdad me daba pena verlos todo el tiempo con hambre y mirando con deseo la mayoría de las cosas del buffet del hotel.

— ¿Ustedes le van a decir a alguien? Porque yo no. — Les guiñé un ojo sin darle mucha importancia al gesto.

Uno poco más de una hora pasaron hasta que abrí la puerta de baño.

This love| Enzo Vogrincic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora