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Mierda, ¿Cuánto tiempo llevaban ahí sentados? ¿Siete minutos? ¿Más?

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Mierda, ¿Cuánto tiempo llevaban ahí sentados? ¿Siete minutos? ¿Más?

No sabe, pero Sanemi está comenzando a ponerse impaciente de que ninguno de los dos hable, irónico, porque se supone que Sanemi había sido el que había decidido conversar con Genya, y ahora no decía ni pío.

—Entonces...— Al fin, luego de casi diez discusiones mentales consigo mismo de entre hablar primero o no hablar, decidió la primera opción —¿Qué tal estas? 

Bien, Sanemi quiere darse un golpe por preguntar algo que, para él, es obvio, seguramente Genya lo odia por haberlo tratado tan mal todos estos años, y por asesinar a su madre.

—Yo debería preguntarte eso, ¿Sabes?— Le dijo, frunciendo ligeramente el ceño.

Ah, Genya aún tenía esa carita que hacía en su infancia cuando algo le molestaba

—Pero dejando ese tema de lado, yo no entiendo, ¿Por qué...?— Internamente, el albino se estaba preparando mentalmente, creyendo que el más alto de los dos, iba a insultarlo. —¿Por qué no dejaste que me disculpe contigo?— Aquella pregunta solo hizo que Sanemi abra los ojos con sorpresa. 

—¿Qué?— Soltó con incredulidad.

—Todos estos años he querido disculparme contigo por lo que te dije esa noche— Confesó Genya. —No tengo justificación para lo que hice. Era un niño que no entendía lo que sucedía, pero tu también lo eras, aniki... Tu también eras un niño, y sin embargo, tuviste que asesinar a nuestra madre para protegerme, y lo único que yo hice fue...— A este punto su hermano menor ya estaba llorando. Él también quería llorar, pero es el hermano mayor, tiene que ser fuerte para consolar a su hermanito.

A su bebé, Genya es su bebé también, desde el día en que supo de la existencia de ese pequeño ser, Sanemi se había propuesto protegerlo y cuidarlo a toda costa, y lo había demostrado la noche en que su madre se convirtió en demonio.

—¡Lo único que yo hice fue culparte! ¡Te llamé asesino! ¡Y de verdad lo siento, lo siento tanto, Nemi!— Sollozó.

Adiós a intentar aguantarse las lágrimas, porque Sanemi ya las había soltado, ¿En que momento? Ni idea.

El de cicatrices se acercó a su hermano, abrazándolo y permitiéndole llorar en su hombro. —Está bien, está bien... yo también lo siento, Genya, no fui el mejor hermano mayor para ti... quería que no estes en el cuerpo de exterminio de demonios, pero lo hice de la forma incorrecta, solo te hice sentir mal, cuando lo único que quería era que vivas una vida normal, sin preocuparte de los demonios, solo quería que.. que te casaras con una buena persona, y que formes una familia. Yo te hubiera protegido. Hermanito, de verdad lo siento, perdón...—  Murmuró Sanemi, su voz quebrandose a medida que hablaba.

—Te quiero mucho, aniki...— Le dijo aún entre sollozos

—Yo también te quiero, Genya— Sanemi también lloraba, pero a su vez se sentía bien, sentía que se le quitaba un peso de encima, que ahora ya no tendría que alejar a su hermano de él.

ミ★ ¡𝘏𝘦𝘺, 𝘐'𝘮 𝘴𝘰𝘳𝘳𝘺! ★彡 |  𝘎𝘐𝘠𝘜𝘜𝘚𝘈𝘕𝘌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora