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Hace varios siglos, alrededor de la Era Heian, se había esparcido una noticia que por muchos años dejo aterrorizados a los omegas, quienes, debido al temor por esa noticia, comenzaron a negarse a que un alfa forme un lazo con ellos y los marcaran.
En los matrimonios arreglados y obligados, los omegas simplemente se fugaban y no se les veía más por aquellas zonas, otros llegaban a los extremos suicidándose, porque no querían pasar por un sufrimiento tan horrible.
La noticia que se expandía por todo el país cada vez más, fue de una pareja común y corriente, bastante amorosa a simple vista, sin embargo, poco tiempo después, la omega había llegado agonizante en busca de ayuda médica, la marca en su cuello que demostraba que ya tenía un alfa, estaba rodeado de lo que parecían grietas, y emanaba un horrible olor a putrefacción, acompañado claramente de un dolor comparado a las llamas del infierno.
Los doctores del pueblo hacían lo posible para hallar la causa o por lo menos una cura, pero no encontraban explicación, al menos fue así hasta que el alfa decidió aparecerse y contar lo sucedido.
—"No quería hacerle daño, yo realmente la amo, solo estaba muy borracho, marque a alguien más. No fue intencional, ella estará bien, ¿verdad?"—
Esa explicación fue suficiente para que los doctores lleguen a una misma conclusión. Si un alfa y un omega ya estaban entrelazados, y por distintas razones, el alfa marcaba a alguien más, sea un beta o un omega, quien sufriría, sería el omega.
Lamentablemente no encontraron ninguna cura, y la pobre omega murió a los pocos días.
La noticia fue difícil de olvidar, los omegas tuvieron que ser más precavidos, si iban a permitir que un alfa llegará a marcarlos, debería ser alguien que demostrará ser la persona indicada para ellos, que jamás se permitiría hacerles daño.
Fue algo que, obligatoriamente, y por seguridad entre la casta 'inferior', se contaba a cada generación, en busca de que situaciones como estas no sucedan otra vez, pero a pesar de todo, aún habían ciertos casos donde se mostraba lo mismo, y todo terminaba igual.
En la muerte del omega.
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