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—Cuídate mucho, por favor— Le dijo Giyuu, notandose algo preocupado

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—Cuídate mucho, por favor— Le dijo Giyuu, notandose algo preocupado. 

Los días libres que le pidió a Oyakata-sama para poder asegurarse de que no había nada mal con Sanemi ni con el bebé, habían terminado, y ahora, tenía que volver a sus misiones habituales como pilar.

—No soy un niño, voy a estar bien— Respondió el omega con el ceño fruncido, desde que fue dado de alta, el pilar del agua literalmente lo obligaba a quedarse acostado, y eso lo molestaba, pero ahora, podría hacer las cosas por si mismo.

—Lo sé pero...— No logró completar su frase, dado que su cuervo, Kanzaburo le volvió a insistir que tenía que ir a completar la misión —Ya voy, ya voy— Suspiró —Nos vemos Sanemi 

—Ujum..., lo que sea. Adiós, Tomioka— Se despidió, cerrando la puerta de su finca apenas el alfa salió.

Shinazugawa soltó un suspiro de alivio cuando el ceruleo se fue. 

Al fin, ya no más personas que le digan 'No hagas esto', 'No hagas lo otro', 'Eso es peligroso', ¡No era un niño, y no estaba inválido! Solo estaba embarazado.

Claro que, él preferiría no tomar en cuenta que estaba muriendo lentamente

Sus pensamientos fueron interrumpidos al escuchar su estómago gruñir, agradecía estar solo, porque sino se hubiera sonrojado de la vergüenza si alguien más lo veía así.

—Pides mucha comida, ¿Sabes?— Comentó a la nada, o bueno, en realidad, a su bebé, mientras se dirigía a la cocina para prepar algo.

Desde que había comenzado el tercer mes, su apetito había aumentado, y el albino lo relacionaba con que su futuro hijo o hija le gustaba comer mucho. Literalmente, Sanemi tenía hambre muchas veces en el dia, casi igual que Rengoku o Mitsuri.

Revisó los ingredientes que tenía, y para su buena suerte podía preparar ohagis, su comida favorita. 

—¿Tenemos buena suerte, verdad?— Susurró, sonriendo ligeramente, comenzando a lavar el arroz.

Pasó un buen tiempo en la cocina, amasando y haciendo la forma del ohagi, hasta que terminó la preparación, de paso hizo algo de té verde para acompañar.

Estaba a punto de comer, de no ser que escucho la campanita de la entrada de su finca, haciéndole fruncir el ceño. ¡Maldita sea la persona que interrumpió su adorado momento para comer!

Lamentablemente, tuvo que levantarse y abrirle la puerta al desgraciado o desgraciada que se le ocurrio venir cuando el estaba almorzando.

Y carajo, apenas abrió la puerta, Sanemi casi le cerraba la puerta en la cara a quien tenía en frente.

¿Por qué, de entre todas las personas, tenía que ser el mocoso con el que Giyuu tuvo una aventura? 

—Shinazugawa-san...— Susurró el pelirrojo, para luego agacharse e inclinársele exageradamente a Sanemi, algo que lo tomó por sorpresa, a decir verdad —¡Por favor, discúlpeme! ¡No quise hacerle daño! ¡Merezco todo tipo de castigos!

ミ★ ¡𝘏𝘦𝘺, 𝘐'𝘮 𝘴𝘰𝘳𝘳𝘺! ★彡 |  𝘎𝘐𝘠𝘜𝘜𝘚𝘈𝘕𝘌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora