CICATRIZ 瘢痕; HOPEV

Epílogo.

Siete años después

—Hoseok —gime Taehyung—. La gente está esperando.

—Pues que esperen —le susurro al oído.

Está apoyado contra la pared del pasillo, con los pantalones en el suelo, y mi polla se balancea libre mientras me deslizo entre sus muslos cremosos, volviéndome loco por la necesidad de hundirme dentro de él. Y lo hago, me introduzco profundamente en su cálido y húmedo agujero y empiezo a empujar, desesperado por follarlo más fuerte.

La excitación se extiende por mis nervios hasta que no puedo ver con claridad, el amor y la lujuria estallan por mis poros mientras mi polla se clava entre sus piernas, brillando con nuestros jugos cada vez que la saco.

—Siempre estás sediento, ¿verdad? —Raspo contra él, mi mano rodeando su garganta y apretando—. Cuando ya no tenga que gobernar este lugar, voy a pasar cada segundo del día enterrado en lo más profundo de ti, alimentándote con lo que anhelas.

Taehyung vuelve a gemir, sus manos caen a la pared mientras se empuja contra mí, apretándose contra mi eje, mientras trabaja para excitarse.

—Así es. —Mi mano chasquea contra la mejilla de su culo, el sonido reverbera en los altos arcos del pasillo—. Trabaja esa polla hasta que te corras.

Sus paredes se agitan en torno a mi longitud, ordeñando cada una de mis crestas hasta que mi orgasmo me desgarra, disparándose en lo más profundo de su interior, y él, como el desgraciado brujo que es, se revuelve a mitad de camino, con mi polla palpitando en el aire mientras gimo por la pérdida de su calor. Pero entonces cae de rodillas, su perfecta boquita se abre de par en par y su cálida mano envuelve mi grosor, acariciando hasta que drena cada gota en la parte plana de su lengua.

Sonríe y traga, me vuelve a meter en los pantalones y se endereza mientras se pone los suyos.

Guiñando un ojo, se levanta y se pasa la mano por la diadema de joyas que lleva en la cabeza.

—Vamos, llegamos tarde. Seulgi te va a asesinar si mi traje es un desastre.

Se pone delante de mí, pero yo lo agarro por el cabello y tiro de Taehyung hacia atrás hasta que su cuerpo choca con el mío. Me abalanzo sobre él y reclamo su boca, nuestras lenguas se arremolinan y mis manos agarran cualquier parte de él que puedan alcanzar.

Años después, nunca cambia. Esta necesidad de Taehyung nunca desaparece.

Hemos reconstruido Saxum desde los cimientos. Nuevos edificios y un nuevo castillo que hemos llamado hogar durante los últimos tres años. Hemos repartido la riqueza por Gloria Terra, asegurándonos de que no haya gente luchando por la comida mientras otros se dan un festín.

Estoy orgulloso de lo que hemos conseguido.

Pero lo volvería a quemar todo en un santiamén ante la primera amenaza de perderlo.

Mi necesidad de demostrar mi lugar en este mundo ha cambiado a lo largo de los años, pero la única constante siempre ha sido él. Caminamos por el pasillo de nuestra casa y abrimos las puertas de doble cristal, saliendo al gran balcón y mirando a nuestro pueblo.

El público aplaude y Taehyung se pone de puntillas, con la mayor sonrisa que he visto en meses.

—¿Estás emocionado?

—No. —Él sacude la cabeza.

—Pequeño mentiroso —Sonrío—. ¿Aún crees que no te conozco?

Lo atraigo hacia mí, sin importarme que estemos frente a miles de ojos. Todos saben que su rey está loco por su rey consorte, que vean cuánto.

—Sé lo que sientes con cada una de tus respiraciones como si fueran mías. —Sus ojos revolotean y yo recorro su clavícula con las yemas de los dedos—. Sé cómo suena cada latido porque los he provocado todos bajo mi mano.

Deslizo mis dedos aún más abajo, presionando entre sus muslos, justo contra ese tatuaje que le prometí que le haría.

Propiedad de Hoseok escrito en él para el resto de nuestros días.

Y cuando nos toque morir, lo cazaré en el más allá y encontraré la forma de marcar su alma.

—Está bien estar emocionado.—Le doy un beso en la frente y deslizo mi mano entre las suyas, enredando nuestros dedos y volviéndonos hacia nuestra gente.

El sol brilla hoy y miro por el balcón, donde Jimin y Jihyo están a un lado, y su hijo de tres años me mira desde dónde está sujeto por Jimin. Y luego al otro lado, a dos recién llegados, con los que Taehyung se va a parar al lado mientras yo me giro y hablo.

Respiro profundamente, miro todas las caras, recordando una vez más todas las cosas que hemos logrado en los últimos años, y todas las formas en que resultó ser mejor que incluso mis sueños más salvajes. Una profunda sensación de satisfacción se instala en mi pecho, y miro hacia atrás, empapándome de la mirada de Taehyung, dejando que me infunda la fuerza necesaria para decir lo que hay que decir.

Todo esto es por él, de todos modos.

Taehyung es mi pasado, mi presente y mi futuro. Él es lo único que veo. Y esto es lo que quiere, así que se lo daré.

Porque si soy sincero, es lo que se merece Gloria Terra.

—Amigos —empiezo, volviéndome a girar para mirar todas las caras de adoración que tenemos debajo—. Ha sido mi mayor honor servir como su rey. De reconstruir nuestro hogar y arreglar lo que ha estado roto durante demasiado tiempo.

Los vítores surgen entre la multitud y recorren mi cuerpo, electrizándome por dentro. Esta parte es la que más echaré de menos.

—¡Pero hoy es un día alegre!

Hago un gesto con el brazo hacia un lado, hacia donde Taehyung está sonriendo a los dos recién llegados como si fueran sus amigos.

Y supongo que, técnicamente, lo son.

Do Kyungsoo, envejecido y sonriente, empuja la espalda de la persona que está a su lado, empujándolo hacia delante con lágrimas en los ojos.

Jihoon camina hacia mí, sólo se detiene cuando llega a mi lado.

Me tomo un largo momento para asimilarlo. Me iguala en estatura, sus ojos ambarinos son mucho menos inocentes que cuando lo mandé de paseo hace tantos años. Pero su sonrisa es igual de brillante y me atrae hacia un abrazo antes de que pueda detenerlo, sus brazos me rodean los hombros y me agarran con fuerza.

—Hola, tío —dice, con un timbre de voz profundo similar al de su padre.

Algo cálido se expande por mi pecho mientras me retiro y sonrío.

—Hola, pequeño león.

Me vuelvo hacia Taehyung, y él se retuerce para sacar algo de su espalda, lo acerca y hace una reverencia mientras se lo tiende. Es una espada. Una de verdad esta vez, con joyas e incrustaciones de diamantes. Perteneció a mi padre, y a su padre antes que él.

Jihoon estira la mano para tomarla, cada centímetro de su suave piel morena cubierta de oscuros tatuajes. Justo como él siempre quiso.

Mirando hacia mí, sonríe.

La gente en la multitud jadea, los murmullos confusos corren por el aire.

Me vuelvo hacia la multitud.

—Me gustaría presentarles a todos a Jung Jihoon. Hijo del rey Yoongi III. Heredero legítimo del trono de Gloria Terra.

Alcanzo la corona de mi cabeza y la coloco sobre la suya.

—Y el único y verdadero rey.

FIN

Jihoon también debía tener un final feliz, muero.