XLII. Taehyung

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Un frío choque recorre mis venas mientras veo a una sala llena de gente arrodillarse, una tras otra, espoleada por Kyungsoo, que acaba de besar la mano de Hoseok en señal de sumisión, y estoy... entumecido.

Hoseok es el rey rebelde.

Por supuesto que sí.

¿Cómo he podido estar tan ciego?

Seguí a Jihyo y a Kyungsoo hasta aquí, hasta las tierras sombrías; donde las luces desaparecen de las esquinas de las calles, y los caminos lisos se convierten en pavimento roto; baches tan grandes que podrían caber en una casa pequeña. Los edificios tienen todos ventanas sucias, o tablas en lugar de cristales, y mientras Silva se ha empobrecido durante años, esto supera todo lo que he visto.

No estoy seguro de lo que esperaba cuando me asomé por la rendija de la puerta de la taberna The Elephant Bones, pero no era esto.

Cualquier cosa menos esto.

Mis ojos recorren la gente, mi corazón grita y escupe en el centro de mi pecho, pero ignoro el dolor, negándome a admitir que el hombre del que me he enamorado es el que asesinó a mi padre.

La taberna en sí es lúgubre y oscura; paneles de madera desgastados y un fuerte olor a naftalina y moho, pero el ambiente es optimista. Como si supieran que están en la cúspide de algo grande. Algo más.

Colocaron una gran jaula con barrotes de hierro en la esquina más alejada, y entrecierro los ojos, con la confusión que me invade.

¿Por qué demonios está eso ahí?

Intento ver mejor, pero no puedo abrir más la puerta sin riesgo de que me vean, y el alto cuerpo de Hoseok me bloquea.

Pero entonces se mueve y veo la figura encorvada de mi primo, ensangrentado y encadenado, inconsciente contra la pared.

Mi estómago da un vuelco. Está vivo.

Enjaulado como un pájaro y sin una mano, pero aun así... vivo.

Mi estómago se revuelve, la venganza en mi corazón crece.

Hoseok se gira entonces, alejándose de Kyungsoo y dirigiéndose hacia el frente de la sala con una plataforma elevada de mala calidad y una única silla de respaldo alto en el centro. Camina directamente hacia el centro, un dios entre sus hombres, y habla.

—Amigos. —Sus brazos se levantan a un lado—. La hora está cerca. Todos han depositado una fe increíble en mí, y es hora de devolver el favor. Un nuevo amanecer está en el horizonte.

Los vítores resuenan en las mesas.

—Ya no seremos arrojados a las tierras sombrías mientras los ricos y perfectos consiguen vivir en la luz. Es nuestra hora de brillar.

Más gritos, algunas personas arrojan trozos de basura a la jaula de hierro que alberga a Seokjin.

Me da un calambre en el estómago, y me apetece apartarme, hacer desaparecer esta pesadilla, pero me quedo pegado al lugar, sin poder hacer otra cosa que mirar. Su carisma es asombroso, y cuanto más fluyen las palabras de su boca al resto de la sala, se puede sentir cómo cambia la energía, como si la moldeara en la forma que desea y se la devolvieran como si siempre fuera suya. Es el espectáculo más increíble que he presenciado, y no me cabe duda de que, si desea la corona, acabará en su cabeza.

Habla con tanta elocuencia, tan hipnotizante, que incluso yo caigo bajo su hechizo. Mi corazón late más deprisa, mi respiración es más agitada y la excitación surge en el centro de mi estómago, expandiéndose por mis extremidades hasta que me imagino cómo sería estar a su lado.

Pero entonces recuerdo dónde estoy y quién es él. Y el sentimiento desaparece, sustituido por una bilis que me revuelve el estómago desde dentro.

Vuelvo a ojear los alrededores, pasando por encima de la gente hasta que mis ojos se posan en Jihyo, con los brazos alrededor del cuello de un rebelde con el uniforme del rey. Me devaneo los sesos intentando recordar su nombre, pero me quedo en blanco.

Es una tonta. Del mismo tipo que yo he sido. Perdiéndome en los brazos de un hombre.

Una excusa mentirosa y patética de un hombre.

Me duelen las piernas por estar agachado y me muevo sobre las puntas de los pies, ese dolor siempre presente que cobra vida entre mis piernas, sólo que esta vez no me reconforta.

Apenas soporto mirarlo, pero de todos modos fuerzo mis ojos hacia allí, tal vez para demostrar que puedo vivir la peor clase de traición, o tal vez lo masoquista que hay en mí quiere vivir en el dolor mientras trato de aceptar el hecho de que, a pesar de todo, la única persona en la que pensé que podía confiar, resultó ser mi peor enemigo.

Me lamió las lágrimas y me dijo que era suyo, justo después de enviar hombres para matarme.

Mi pecho se aprieta hasta que los vasos sanguíneos estallan, explotando con furia hasta que todo lo que puedo saborear son las notas agrias de la traición.

El rey rebelde. El príncipe de las cicatrices.

Mi mano vuela hacia mi boca para ahogar el grito.

Le dejé ver las partes más oscuras de mí. Le permití que me marcara, que me hiciera daño, y se lo supliqué mientras frotaba su semen en mi piel y rogaba a Dios que marcara mi alma.

Mis dientes rechinan mientras el odio, negro y verdadero, me quema hasta que tiemblo, con la violencia golpeando mis oídos.

He hecho muchas cosas que me alejan de las puertas del cielo. He aceptado mis pecados, renunciando a mi fe hace mucho tiempo para buscar venganza. Pero en este momento, siento que he traicionado verdaderamente la memoria de mi padre por primera vez.

Me acosté con un Jung. Pero aún peor que eso, me enamoré del hombre responsable de su muerte.

Mi corazón tiembla y se resquebraja, los bordes dentados cortan los tendones al caer a mis pies, hasta que no queda nada más que un agujero ennegrecido que casi sabía lo que se sentía el enamorarse.

La cabeza de Hoseok se dirige hacia donde estoy, sus ojos son penetrantes y su cabeza se inclina.

Me pongo en pie de un salto, me doy la vuelta y huyo, con la adrenalina bombeando como un ácido por mis músculos mientras corro por donde he venido, prometiéndole al fantasma de mi padre que no olvidaré por qué he venido. No de nuevo.

Erradicaré a la familia Jung y mataré al rey rebelde... por mucho que me rompa. 




CICATRIZ 瘢痕; HOPEVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora