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SEGUNDA SEMANA📍PEKIN, CHINA

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SEGUNDA SEMANA
📍PEKIN, CHINA.

Angélica.

- ¡Vamos Angélica, dos más! -. Aprieto los dientes casi por rendirme, con la poca fuerza que me quedaba bajo y subo mi cuerpo en las dos sentadillas restantes antes de agacharme por completo y apoyar mis rodillas en el suelo.

- No siento las piernas -. Muerdo mi labio inferior y me levanto del piso para luego masajear mis gemelos entumecidos.

- Esa es la idea, que ganes músculos y fuerza, eres una deportista de alto nivel y requieres de un buen alimento y entrenamiento para las zonas correctas -. Mi nuevo entrenador me da una pequeña toalla blanca y una botella de agua.

- ¿Qué debo hacer ahora? -. Pregunto al ver que empieza a guardar sus cosas en una mochila.

- Ir a descansar niña, ya has cumplido con tus tres horas de entrenamiento, además, mañana es la apertura-. Me regala una amable sonrisa que me contagia, este señor desde que lo conozco hace unos días se a ganado mi confianza, es como un papá.

- Gracias -. Agradezco cuando abre la puerta para irse.

- Gracias a ti por permitirme entrenarte -. Levanta su mano a modo de despedida y se va.

Yo me quedo unos momentos calentando y luego me voy a mi nueva habitación, mi aislación comenzó desde que entré al equipo chino.

Bill.

¡Me aprieta los huevos! —. Pongo los ojos en blanco, Tom lleva quejadose como un puto niño.

— Este fue tu maldito plan, ahora te aguantas —. Comienzo a poner más spray fijador de cabello en la peluca que lleva puesta.

— ¡Para con eso! —. Aleja mí mano tosiendo como un desquiciado.

— Ni siquiera tiene olor, Tom —. Tiro a la basura el envase y lo miro como si fuera un crítico de la moda.— Jajaja pareces gorila —.

— Así te veo yo —. Borro mí sonrisa ante su burla.

— Como sea, dame tu ropa de vagabundo —. Extiendo mis manos con una sonrisa y Tom se levanta, camina de forma chistosa hacía la maleta y suspira.

— Agachate tu, estas mierdas de jeans me aprietan dónde no deben —. Se queja y patea la valija.

— Esos jean son mis favoritos, así que cuídalos —. Lo amenazo antes de abrir su maleta y sacar ropa que me guste.— Al menos tu ropa no es tan mala —.

𝐃𝐄𝐒𝐓𝐑𝐎𝐘 | 𝐁𝐈𝐋𝐋 𝐊𝐀𝐔𝐋𝐈𝐓𝐙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora