↳𝟏𝟑

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📍 California, Estados Unidos.
Angélica.

Pasaron tres o cinco minutos en el que estuvimos en un silencio que me molestaba, tengo tantas cosas en la cabeza que no quiero un puto silencio.

— Cálmate —. La voz de Bill me sorprendió por un momento.

— Estoy calmada —.

— Dile eso a tu corazón, al parecer no está enterado —. Respondió con sarcasmo.

— Ya te dije, lo estoy —. Perdía mi paciencia de a poco.

— No mientas —. Su mano fue hasta mi cabello para jugar con el.

— No lo hago —. me levanté de golpe.

— ¿A dónde vas? —. Se sienta en la cama juntando sus cejas con confusión.

— Voy a dormir, estoy cansada —. Intenté sonar amable.

— ¿No quieres descansar aquí? —. Salgo de la habitación dejándolo solo, entro a la que supuestamente es mía y me tiro en la cama para clavar mi vista al techo.

Estoy arta, Bill me tiene arta, el patinaje, mi entrenadora, todo. Estoy cansada, mi vida es una rutina que se repite todos los días, el único cambio fue que este emo se me cruce en el camino con un supuesto secuestro que no lo parece y además tiende a jugar con mi mente haciéndome matar la cabeza.

¿Cuando va a terminar todo esto? Lo que mas me preocupa, mi mamá siempre dice que lo que mal empieza mal acaba. Esto va a acabar mal, lo peor de todo es que yo salgo perjudicada por dónde lo vea.

Me levanto y voy hasta el escritorio y prender la laptop.

"Inscripciones a Juegos Olímpicos - Beijing 2008"

El formulario lo tengo completo desde hace días y no me atrevo a mandarlo, es solo un click y ya, pero va más allá de eso, tengo un presentimiento horrible cada vez que veo este formulario.

— Tranquila, Angélica, está todo bien —. Con una mano acariciando mi cien y la otra en el mouse aprieto en "Enviar" segundos después aparece un cartel que dice "¡Felicidades! Usted a sido inscripto a Juegos Olímpicos - Beijing 2008".

Cierro la página y me quedo viendo la pantalla sin expresión alguna hasta que el ruido de la puerta me saca de mis pensamientos.

— ¿Se puede? —. Era Tom, que raro, pensé que no había nadie.

— Si, pasa —. Cierro la laptop y prendo la luz.— Pensé que se habían ido —.

— Iba a hacerlo, pero quise venir a verte antes... No sé si lo sabes pero, Bill está sospechando —. Miro a Tom, quien está sentado en mi cama jugando con una de sus rastas.

— ¿Sospechando? Hablas de.. —. El asintió.

— Las drogas que consumes —. Terminó por mí.

— Bueno, si lo dices así suena como si hubiera matado a alguien —. El ríe un poco pero luego adapta una expresión algo seria.

— Hablo en serio, creo que es momento de que le digas, Angélica —. Miro mis pies y niego repetidas veces.

— No —.

— ¿No? —.

— Lo que escuchas, no, no voy a decirle nada —. Fijo mi vista en Tom que no parece contento con mi decisión.

— Angélica, mírate, esas porquerías te están matando ¿Cuánto tiempo llevas sin mirarte al espejo? Cada día te veo más delgada y más pálida de lo que ya eres —. Intentó agarrar mis hombros pero dí un paso hacia atrás.

𝐃𝐄𝐒𝐓𝐑𝐎𝐘 | 𝐁𝐈𝐋𝐋 𝐊𝐀𝐔𝐋𝐈𝐓𝐙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora