ANEXO: Los caídos//Agua y tinieblas

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"He aprendido a vivir en las sombras

Incluso sin la luz

He aprendido a amar las batallas

Sólo los fuertes sobreviven

Sólo los fuertes sobreviven

Viviendo al filo de una navaja

Bailado con demonios, probé la muerte

He perdido guerras dentro de mi cabeza

Pero aleluya, no estoy muerto

No estaré esperando en mi coche fúnebre

El dolor es un regalo, no es una maldición

Mi corazón todavía late, mi sangre sigue roja

Aleluya, no estoy muerto

Entonces, si eres negro y azul

Y sintiéndome tan abusado

No, no te hace daño

Te hace una prueba viviente

Que eres mucho más

Que todo este infierno que has conocido

Recuerda esto

Lo que no te mata es lo que construye tu trono"

Citizen Soldier -Hallelujah (I'm not dead)


Cuando Virgil creó a los lenidades, lo hizo tomando una pequeña, casi microscópica parte de su esencia, por ello era que los lenidades más viejos eran los de mayor grado y poder: Serafines, querubines y tronos. La siguiente jerarquía comenzaba a carecer de poder y autoridad: Dominaciones, virtudes y potestades. La última y tercera jerarquía eran de un rango muy inferior, sin embargo, aún conservaban el suficiente poder como para ser armas de destrucción masiva: Principados, arcángeles y ángeles, estos últimos, a menudo de generaciones más recientes, eran creados a partir de los restos de lenidades que caían en el campo de batalla durante las guerras entre primarios y ejecuciones a traidores, y de almas humanas muertas en un estado de pureza, por eso su poder era menor, pero eran soldados obedientes, cuando Umbra estaba devastando las fuerzas en defensa de la humanidad, los dioses recurrieron a medidas tan desesperadas como crear diez ángeles por cada lenidad de alta jerarquía que caía.

Aylén era una lenidad de baja categoría, creado a partir del fragmento de esencia de un lenidad superior y más antiguo de nombre "Kailon" y el alma humana de un chico congoleño "Mivek", víctima de las colonias europeas; su propósito era luchar contra las deidades menores que castigaban y ejecutaban a los nefilim y a los "traidores." Aylén tomaba, muy a menudo, la forma de una mujer – aunque seguía refiriéndose a sí mismo con los pronombres masculinos – de cabello negro y al ras de la cabeza, ojos oscuros, su actitud casi nunca era alegre, era triste, malhumorada y agresiva, se había ganado el respeto de la mitad de las jerarquías por ser tan bélico y serio como los arcángeles, mostrar suficiente valor y liderazgo como los serafines, sin embargo, el rechazo por sus orígenes era constante, tanto así que decidió exiliarse y vivir entre humanos para dejar de ser molestado, ahí conocería a una chica, Ivana, de la que pronto sentiría un apego platónico, su pureza le había hipnotizado, como las polillas cuando veían una luz en medio de la oscuridad.

–Los ángeles tienen un pasado, y la mayoría de los que son como yo, tienen uno humano. –Le contó a la chica, una adolescente de orígenes humildes, castaña, de ojos oscuros, la tenía en su regazo como a una niña. –Parte de mí es de alguien más, y a veces, sueño con su vida pasada.

La cuarta DiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora