7. La Confusión.

52 7 33
                                    

Axel y yo estamos saliendo del hospital luego de cierto incidente.

Su mano rodea levemente mi abdomen para ayudarme a caminar ya que por desgracia yo no podía hacerlo sola. Su agarre era suave y gentil. Dios... que nervios.

Esperen, ¡¿Cómo que nervios?! No no, nada de eso.

Llegamos al auto y le digo que puedo subirme sola, pero no me dejó. Me ayudó también a subirme al auto con cuidado para evitar que la herida recién cocida de nuevo me doliera.

Y en efecto, con su ayuda, no me dolió tanto como pensé.

El camino de regreso a casa fue silencioso. Yo no tenía nada que decir, más que todo porque tenía algo de vergüenza después que me viera llorar.

Mantengo mi vista en el paisaje, pensativa, mientras Ax conduce, en silencio también.

Ese maldito doctor. Sabía que algo raro andaba con él. Mi intuición nunca falla.

Aunque mejor le decimos sentido arácnido.

Solo recordar el momento que le di ese golpe bajo y luego ver su cara sangrando me reconfortó un poco, pero eso no significa que sea todo. Definitivamente volveré por el. Quizás no lo mate, pero si debo traumarlo un poco, por abusador.

¿Quién sabe a cuántas chicas jóvenes se habrá violado y no se pudieron defender? Solo de pensarlo me da coraje. Definitivamente tengo que hacer que pague ese desgraciado.

-¿Estás bien? Tu mano pide auxilio.- Dice Ax a mi lado, viéndome de reojo. No había notado que estaba apretando mi mano en un puño.

-Oh... si, estoy bien. Sólo estaba pensando algunas cosas.- Digo, sin dirigirle la mirada.

-¿Aún estás molesta por lo que te ocurrió?- El tono de Ax era cauteloso, así que supuse que está tratando de elegir sus palabras adecuadamente.

Yo suspiré.

-Por supuesto que sí, Ax. Ese idiota intentó sobrepasarse conmigo.- Dije, tratando de sonar calmada.- Sin embargo, es inevitable pensar que quizás muchas chicas pasaron por eso con él y no se pudieron defender... Solo de pensarlo me enoja.

Axel suspira, mientras ve fijamente hacia la carretera.

-No te preocupes... Me encargaré de darle su merecido.

Así que de verdad él pensaba volver por Miller.

-¿Puedo pedirte un favor?- Le pregunté, cautelosa.

¿Yo, pidiendo favores? Ja, esto es algo jamás visto en la historia de la humanidad y la creación.

-Claro que si, Gabriella.- Al parecer el chico parecía motivado con la idea, puesto que estaba sonriendo.

-Si quieres darle su merecido... Déjame hacerlo yo.- Su sonrisa se borró de inmediato,.y se quedó pensativo.- Sea lo que sea que quieras hacerle, estoy segura que no es suficiente para que al menos ese tipo quede traumado.

Axel suspira.

-Mientras no lo vayas a matar.- Yo me río un poco ante la idea... Eso era lo que obviamente quería.

-Sé que soy cruel o despiadada, o cómo sea que ustedes me digan... Pero yo sé a quién dejar vivo, y a quien no.- Y definitivamente a ese idiota no lo voy a dejar vivo.

La última frase me salió tan naturalmente fría y me pareció escuchar tragar grueso a Axel.

Yo miré por la ventana, luego de que Axel se quedara en total silencio, y yo sonreí un poco.

La Princesa de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora