1. Adiós a mi dulce libertad.

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Gabriella.

Es un domingo muy aburrido como cualquiera.

Estoy en mi habitación, haciendo algunas tareas que debo entregar mañana en la universidad. Por más que mi padre insistió en que no era necesario, yo quise asistir. Primero, así no levantaría más sospechas, y segundo, los rumores que habian sobre mi padre, y sobre mi, serían distorsionados.

Pero claro, después de todo, ¿Quién no le temería a uno de los mafiosos más grandes de Rusia? Y como si no fuera suficiente, su pequeña y adorada hija, fría, y perfectamente entrenada.

Y como si no fuera suficiente, vivimos ocultos...

Si, no es como esos típicos mafiosos que lees por ahí, que viven en mansiones, que tienen una fortuna, y solo se dedican a estafar, matar, ganar territorio y traficar cosas.

Aunque lo demás es cierto, lo único que no, es que no vivo en una lujosa mansión. Vivo en un edificio cualquiera, dónde tengo unos desafortunados y molestos vecinos, que tienen la ligera sospecha que mi padre es un hombre peligroso.

Y no, no vivo aquí porque sea pobre, de hecho, mi padre es asquerosamente millonario, pero tuvo un pequeño problemita hace un par de meses, así que tuvimos que mudarnos a un edificio, con mas personas, en un apartamento pequeño y acogedor.

Incluso mi habitación en la antigua casa era del tamaño de este apartamento.

Y eso que este es el más grande del edificio.

Para tratar de pasar desapercibidos, todos piensan que mi padre tiene una empresa común, dónde trabaja en construcciones de edificios, mientras que yo, una chica de 19 años, cursa su último año en Psicología, y solo se dedica a estudiar y estar en casa.

Si, 19 años y ya estoy terminando la carrera. Son ventajas de nosotros los que nos adelantaron a la universidad a los 13 años.

Estoy frente a la pequeña ventana de mi habitación. Ya es de noche y la luz de la luna es a penas visible porque estaba muy nublado. Apago la pequeña lámpara de mi escritorio y me levanto, dejando los libros allí. Me estiro un poco, y decido abrir la ventana.

El clima estaba inusualmente nublado y por alguna razón, el ambiente estaba muy tenso.

Salgo de mi habitación y me dirijo a la cocina. Eran las 8:30 p.m. y papá llegaba tarde hoy de su "empresa".

Era usual que llegará tarde, de hecho. Pero hoy... me sentía preocupada.

Abro el refrigerador para sacar algunas cosas y hacerme unos panqueques con mermelada.

Mientras tomo un poco de jugo de naranja, estoy frente a la cocina con una mano apoyada en mi cintura, esperando para voltear mi panqueque, y de repente, escucho golpes... y no de una puerta. Habían personas que estoy segura que se estaban cayendo a golpes.

Mi corazón se aceleró un poco a la idea de que fuera mi padre así que apague la cocina y tuve intenciones de acercarme a la puerta hasta que oí un disparo.

Definitivamente algo estaba pasando y mi padre estaba involucrado en esto.

-Si un día, escuchas disparos en el edificio, escóndete en tu habitación, y no salgas. No quiero que causes problemas.

Las palabras de mi padre aquella vez que nos mudamos vinieron a mi mente, y aunque quería salir a intervenir, decidí obedecer. No tenía miedo de enfrentarme a unos matones, solo que mi padre estuviera herido, esa idea me aterraba.

Escuché a alguien intentando abrir la puerta, y supe que era mi momento de esconderme, así que corrí a mi habitación, y me oculté en el clóset...

La Princesa de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora