Fantasmas

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Tío, no te mataron solo con una bala.


Las plumas se van volando,
¿por qué no puedo ser como ellas?
Tan livianas,
tan libres,
tan hermosas
tan simples.

Quisiera perder el peso del delirio,
quiero que se vaya
y que mi mudés me deje hablar.
¿Cómo gritar cuando no tengo voz?
Tal vez estuve muda
cuando me grité a mí misma
por ayuda.

Ese error me cobra factura.

Las gotas de lluvia
son pesadas,
son frías.
Son cuenta cuentos del pasado.
Son lágrimas evaporizadas.
Son sufrimiento.

¿Por qué no podemos morir
cuando lo decidimos?
¿Por qué todo sucede de improvisto
y no se puede decir adiós?

Las gotas tocan contra mi piel,
son agresivas y sensibles.
Son golpes que en el alma duelen.

Si fuera una pluma,
ya estaría en el lodo.
Pero habría tomado
un momento de paz.
Esa es mi única diferencia
de ese algo material.

Una calle creciente,
una muerte pendiente.
El granizo al azotar
las balas se han de disparar.

Si fuera una pluma,
no moriría al no tener vida.
Lentamente mi ropa se va empapando.
Lentamente el peso en mis hombros
va aumentando.

Las luces amarillas de las linternas
muestran lástima.
Ellas saben mi historia.
Ellas solo son espectadoras.
¿Han dado alguna vez
un mal adiós?
Solo parpadean
mientras reflejan la tormenta.

¿Simplemente juzgarán?

Son un Sol de madrugada,
como una noticia mal dada.

Como amanecer y atardecer
de lo que será una pesadilla.

El piso,
el piso es lo más importante.
Éste marca los primeros pasos
y los últimos de quienes se van
para siempre.
Porque en él yace el cuerpo inerte
de quién murió por falta de suerte.
El piso tiene tantas historias,
es actor y expectante.
Un narrador constante.
Él no siente mas que las pisadas.
Él se lleva la corriente.

Cuesta abajo como un río
van las lágrimas del cielo,
las plegarias del mundo.
Quiero llorar con él en conjunto,
pero los recuerdos son tan fuertes
que en mi garganta
se terminan atascando.

Todo sigue igual,
el planeta sigue girando,
la única diferencia
es quienes no están.

Mi piel se va enfriando
hasta compararse
con la temperatura de la lluvia-
¿Así se siente estar muriendo?

Tengo miedo.

¿Soy una gota de agua
en lugar de una pluma?

Ya calma el llanto,
ya mi respiración comienza a ser plena.
Estoy simplemente parada
en una calle serena,
en un viaje del tiempo
dónde cuatro años de incidentes
están por cumplirse.

Dónde todo vuelve a revivirse.

No te vayas.

Es peligroso.

No digas adiós.

No sonrías,
eso causa más dolor.

Tomo al lodo entre mis manos
y como misma parte del piso
sigue narrando.
Quiero que se aguante el desarrollo y final.
Ya me la sé de memoria,
sin embargo, se vuelve sordo,
¿o es que yo era muda?

Son peticiones invisibles
ante un ciego.

Y aquí prosigue;
la camioneta se enciende
y ya no hubo vuelta atrás.

No regresa.

Amanece y llega la noticia.
Las gotas de lluvia
ya son azotes que duelen
hasta el corazón.
La calle misma
está igual de fría que yo.
La historia terminó
y fue un final
que nadie deseó.

Por más que la cambie al narrar,
se nota que es artificial.
Soy un mimo
que se esfuerza por actuar
en contra de lo que dicta el suelo
y comprueba la lluvia.

Me levanto y vuelvo a caminar,
acelero el paso hasta trotar
y a mi casa llegar.
Hasta volver a sentir seguridad.


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