Algoritmo

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Ya no sé si lo que me gusta
es mi propia elección,
puesto que las cosas
me aparecen tanto en el algoritmo
que las termino queriendo.
¿De verdad quería comprar ese libro?
¿Desde cuándo me gusta el terror?

Me siento el perro de Pavlov,
condicionada a la campana de notificación,
¿quién me regaló de su aprobación?

Creo que vivo mi vida
hasta que me toca ver la batería
del celular,
el tiempo en pantalla,
y ahí es dónde me pregunto
en dónde quedé yo.

Porque sé que lo hago para huir de mi,
es más fácil distraerme
cuando intento reírme
mirando videos cortos y chistes.

Es más fácil ver Tik tok
que sentir el "tik tok" del reloj
y tener que cargar con la crisis de los 20's
en dónde siento que se me escapa la vida
cuando apenas estoy a punto de vivirla.

Preguntarme "quién soy"
se ha vuelto una tarea más difícil
que verme al espejo.
Y cada día espero,
espero que el algoritmo
me deje rastros de lo que soy.
Rastros de mis gustos,
que me muestre lo que busco
y a dónde carajos es que voy.
Pero parece que todos vamos para un mismo rumbo.

Todos buscamos ser tendencia
en un acantilado de demensia.
Ya no importa quién sepa tus secretos,
sino cómo puedes usarlos
o si es necesario mantenerlos.

Después de todo,
la polémica genera más vistas,
que puedas aparecer en una revista,
y el dolor también es comercio.

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