Arcilla

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Se rellenaba de personas
para olvidar su soledad,
pero éstas no eran eternas.
A veces se amoldaban
o amoldaban a su cuerpo
y al final del día
se extendía su hueco.

Lloraba nombres,
no lágrimas,
vivía en memorias y no en sus pies.

Adoraba las caricias
pero estaban hechas de vidrios rotos.
No la cubría el tacto de otros
A ella que quería una cobija
para el corazón roto.

Se volvió de arcilla,
tan manipulable
como para poder convertirse
en lo que otros necesitaban,
En las formas que pudieran amarla.

Lamentablemente empezó a odiarse
porque necesitaba de otros
para ser alguien.
Cada vez se volvía menos
por cada escultor.
Ya que unos lijaban, otros cortaban
e incluso las esponjas con agua
la disminuían.

Tenía miedo a su soledad,
a ser inútil si a nadie le podía ayudar.
Prefirió ser la escultura
que los demás podrían idolatrar,
aunque el peso solo la sabía agrietar.

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