Burnout

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La depresión corría por mis venas
hasta parar en mi cerebro.
Todo se volvió
un desesperante blanco y negro.
Mi cuarto era una jaula
de la que no podía escapar.
No quería que me mirarán mal.

Que supieran que con todo
yo quería terminar.
Recurrí a la puerta más baja
y acabé entre plantas y pastillas
que me prometían olvidar.
Mi mente dejó de funcionar,
había estado fallando
desde hace mucho tiempo.

Entonces saqué mi cerebro,
porque no quería pensar.
Evité todo para lo que lo iba a necesitar.
Era un títere que no sabía
que estaba actuando.
Las soluciones que me di
jamás dejaron de sentirse mal.

Era como si estuviesen jalando del hilo
de lo que estaba hecha.
De día no me daba cuenta,
pero de noche me sentía desecha.

No me he movido
porque estoy al límite de este hilo
y no sé hacia dónde ir.
Hasta la salida de colores
se ha vuelto gris.
No tengo problemas materiales
pero son mis emociones
las que se sienten como fraudes.
La puerta más baja que creí
que nunca iba a visitar
se volvió como mi hogar.

Ahora solo me llaman ideas
más peligrosas,
de esas que van más allá.
Cómo el volar creyéndome ave
buscando mi final,
porque he perdido mis sentidos
y hace mucho comencé a fallar.

Pero mi cuerpo no da para más.
Soy una marioneta arruinada
que se conforma con imaginar.
Entre las paredes de mi cuarto
espero que llegue la felicidad.

Pero blanco y negro
es lo que me acostumbré a mirar.
Los colores pueden estar junto a mí
o por debajo de mi nariz
y aún así no los voy a encontrar.

Quiero ser yo,
Y no una marioneta sin cerebro.
Quiero ser yo y volver entre las puertas
a la cima del cielo,
si es que alguna vez lo he conocido.
Quiero funcionar,
aprender a ser yo
incluso cuando vaya a fallar.

Quiero salir del cansancio mental.

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