Cien pies

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Sus pisadas resuenan en el suelo,
tengo miedo.
Mi mamá me prometió
que no existían los monstruos
bajo mi cama;
me mintió.

El cien pies se sube por mi cuerpo
cuándo cree que estoy dormido.
Mamá, ¿esto debería vivirlo un niño?
Sus patas arañan mi piel
y él escarba mis entrañas.
No para hasta que llega el alba.

Era admirable para mí,
mi ejemplo a seguir.
Tenerlo significaba un trofeo,
Pero pasó de ser mi estatuilla
a un insecto.

En la escuela veo letreros
dónde denuncian con gritos
lo que cada noche veo.
Me siento enfermo
de que mi propio padre sea un insecto.

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