10

179 24 5
                                    


CAPÍTULO DIEZ.
puntuaciones y confesiones.

*


—¿Por qué nunca pueden seguir órdenes? —Damon sigue hablando sobre lo mal que hicimos al, básicamente, firmar nuestra muerte segura.

—Dijiste que fuéramos diferentes. —Contraataque.

—¡No me refería a que le declaren la guerra al maldito presidente!

Tiene un punto.

Charles suelta un jadeo ante el insulto pero se mantiene al margen, en su lugar, prende la televisión para que nuestra atención se dirija a el programa que comenzaba a reproducirse.

—¡Y muy buenos días! al fin ha llegado el día más esperado, donde vamos a conocer las puntuaciones de nuestros tributos de este año. Después de algunos días de entrenamiento, no quiero decir mucho pero me ha llegado el rumor de que está edición tendrá muchos jugadores interesantes ¿Quieres conocerlos? aquí te los presento. —La odiosa e irritante voz de Caesar Flickerman lidera el show y yo me acomodo mejor en mi asiento para escucharlo. A mi lado Theodore llega con varios chocolates y galletas que coloca entre ambos para empezar a abrirlas. Lo imito y veo el rostro de desaprobación de nuestro mentor. Por otro lado, Columbae nos trae bebidas a todos.

—Comenzamos por Carl Miller, distrito uno, con un... —Hace un poco de tensión antes de revelar la nota— ¡Diez! —Ambos conductores aplauden y hablan sobre lo talentoso que se veía el chico y Charles se queja sobre su claro favoritismos a los profesionales. —Luna Vogenz, distrito uno... ¡Nueve! —Otra ronda de aplausos y siguen con el resto de profesionales, los del dos sacan ambos diez, los del tres sacan tres y cinco, vuelvo a retomar la atención cuando es el turno de nuestro compañero. —Jake Harriston con un... ¡Once!

Theodore aplaude y yo lo imito. Nuestros mentores se mantiene conformes; eso significa más patrocinadores para Jake, y mientras dure la alianza, más ayuda para nosotros.

Su compañera es calificada con un siete y Caesar sigue hablando. —Theodore Sanders del distrito cinco... —Su pausa es más larga que la del resto y siento los nervios a flor de piel. —¡Diez! —Al segundo abrazo a mi compañero y el resto no tarda en unirse felicitandolo. —Leyla Janson, distrito cinco con un... —Theodore sostiene mi mano y para este punto todos nos encontramos de pie frente al televisor expectantes a las palabras de Caesar Flickerman. —¡Once!

Gritos. Felicitaciones. Abrazos y palabras de apoyo resumen el resto de la noche. Cuando cenamos el aire se siente más ligero que nunca, Kilyan obtuvo un diez y eso nos aseguraba una buena posición para encontrar potenciales patrocinadores. El capitolio no dejaba de hablar sobre nosotros y Damon dijo que le sacaría todo el provecho que pudiera. Columbae sin embargo, nos bajo a la realidad sobre las puntuaciones, no fueron solo porque seamos buenos con las armas, nos pusieron esas calificaciones altas para que los profesionales nos tuvieran entre cejas. Después de todo, habíamos protagonizado un acto que podría considerarse rebelde.

Charles intenta tranquilizarnos hablando sobre lo que escuchaba en el capitolio sobre nosotros, aunque tengo la sospecha de que omite lo malo y solo nos cuenta los comentarios positivos.

Después de que todos se fueran a sus habitaciones para descansar, vuelvo a escabullirme a la terraza, agradezco no encontrarme a nadie en el camino, en especial a algún profesional que me quiebre el cuello antes de entrar a la arena. Una vez allí me siento en el mismo lugar que las otras veces y me tomo mi tiempo para reflexionar acerca de lo que ha estado pasando.

Ahora tengo un grupo, una alianza. Theodore la ha estado pasando realmente mal, como todos, pero al tratarse de él me golpea trescientas veces más. Luego lideramos un acto en contra de Snow y gente poderosa quiere vernos muertos. Somos relevantes, las personas tiene expectativas en nosotros y eso nos convierte en títeres fáciles de aniquilar.

¿Cómo todo pudo cambiar en cuestión de días? hace nada estaba preparando galletas caseras con mi madre y Theodore para luego ver películas toda la noche y reírnos sobre Theo llorando por la muerte de algún personaje. Ahora estábamos a un paso de la muerte y sin forma de esquivarla.

Y todo por la extraña diversión de un grupo de idiotas repletos de dinero sin empatia ni cerebro funcional.

—Un truco para no morir antes de entrar a la arena es no pensar demasiado en lo que te espera. —La voz del mentor del cuatro, la cuál ya me es bastante conocida, vuelve a interrumpirme. —Felicitaciones por esa puntuación, por cierto, es asombrosa. —Toma asiento junto a mi y me regaño por pensar en lo malditamente atractivo que es. Jake, amigo, tenías toda la razón. Todos estamos enamorados de Finnick Odair. —Obtuve la misma en mis juegos.

—Gracias, Jake tiene la misma. —Pretendo sonar desinteresada, como si no me pareciera el hombre más hermoso jamás visto.

Finnick sonríe manteniendo sus ojos en mí. —Me contó lo que hicieron, muy brillante.

—Peligroso, querrás decir.

—También. —Admite, se acerca un poco más, como si fuera a decirme un secreto, rezo por no estar temblando. —Pero eso es lo más divertido.

Me alejo en contra de mi voluntad para volver a verlo. —¿Cómo hiciste para ganar tus juegos?

No quiero aprovecharme, pero si tengo la oportunidad, voy a intentar obtener toda la información posible de un vencedor. Después de todo, él debe estar haciendo lo mismo, como dice Damon, todos en el capitolio actúan por interés propio.

Finnick se acomoda mejor en su lugar, poniéndose recto y aclarando su garganta. —Me uní a los profesionales. —Comienza a relatar. —Éramos una buena alianza, el resto de tributos nos temían, nosotros aprovechamos eso por completo, hasta que se sintieron amenazados por mí. Uno de ellos, el del uno, intento atacarme por la espalda y fue cuando nos separamos. Me volví el favorito del capitolio por mi joven edad y no dejé de recibir regalos en ningún momento, use todos los nudos que sabía para construir nudos y hacer trampas. —Quiero frenarlo y preguntarle si no me está dando demasiada información que podría perjudicar a Jake, pero estoy tan embobada viéndolo que lo ignoro. —Fue cuestión de tiempo para que alguien me enviara un tridente, el resto es historia.

—El regalo más caro enviado en los juegos. —Le respondo, Finnick asiente y veo un sentimiento extraño cruzar por sus ojos. —¿Cómo se siente recibir algo tan costoso gratis?

—Nada es gratis. —Su expresión de endurece. —Todo se paga tarde o temprano. —Quería preguntarle cuanto le costo pagar ese tridente, pero opté por mantenerme en silencio. Por suerte, él volvió a hablar. —Ahora tú eres una de las favoritas y Damon no descansará hasta encontrarte los mejores patrocinadores. Al menos en eso puedes estar tranquila.

—¿Damon? creí que de mí se encargaba Columbae.

Finnick negó de inmediato. —Eres su tributo favorita, tiene mucha fe en ti. —Hace una pausa y veo como hace una mueca dudosa. —Incluso es bastante extraño el interés para ser solo una relación de mentor y tributo, supongo que conquistas muchos corazones por aquí últimamente.

¿Ahora de qué está hablando?

—Yo no hago eso. —Niego.

Él sonríe casi con burla. —Te sorprendería la cantidad que haz conseguido.

Me acerco a él e intento lucir confiada. —Bueno, yo no soy el chico de oro del capitolio.

Finnick no deja de sonreír mientras se levanta, estando de pie frente a mi vuelve a hablar. —No, pero a él también lo haz conseguido.

GODDES OF THUNDER, finnick odairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora