08

248 33 10
                                    


CAPÍTULO OCHO.
grandes enemigos.

*

Otra vez por la mañana desayunamos todos juntos, ayer en la noche mi mente comenzó a jugarme algunas pasadas y el pensamiento de no repetir esta simple escena nunca más se vuelve cada vez más cercano, y real. En cuanto llegamos del centro acordamos no decirle nada a nuestros mentores sobre las "alianzas" que muy torpemente armamos con Theodore, es una mala idea y ambos lo tenemos presente, pero supongo que en algún momento se lo diremos, o lo verán de todas formas en la pantalla, a este punto me da bastante igual.

—¿Qué debemos hacer hoy? —Cuestiona mi compañero a mi lado, devorando su plato de cereales.

Estos pocos días que pasamos en el capitolio los estuvimos utilizando para probar todas las comidas que nos serían imposible obtener en nuestro distrito. Cuando cumplí trece años mi madre me regalo una caja de distintas variedades de cereales, sé que estuvo ahorrando durante siete meses para poder comprarla ya que en ese entonces aún no conseguía trabajo. Quizá esa fue la peor época en el cinco, cuando una gran represa explotó y dejó sin casa y trabajo a ciento de personas. Recuerdo que la familia de Lyos fue de las más afectadas, su madre y él estuvieron quedándose en mi casa durante unas semanas hasta que pudieron mudarse nuevamente. Fue un tiempo divertido a pesar de las malas situaciones, tal vez porque éramos demasiado pequeños para entender la magnitud del problema, solo nos juntábamos los tres a nadar en el mar a la medianoche.

Ahora que estoy a un paso de la muerte desearía poder volver el tiempo atrás y aprovechar más esos pequeños momentos. Claro, en ese entonces no sabía que se volverían tan preciados.

—Podríamos decirles que hacer. —Comenzó a hablar Damon, su tono de voz me provocó un escalofrío. —Pero terminaran haciendo lo que quieran de todas formas.

¿Acaso a este hombre nunca se le pasa nada?

Sus ojos se pegan a los míos y por una parte quiero salir corriendo del miedo, por otra le sostengo la mirada sin sentimiento aparente. —Veo que ya nos conocemos.

Él sonríe con sarcasmo y Columbae toma las riendas de la situación antes de que todo se vuelva más incómodo. —Los mentores del seis se encargaron de presumir su alianza por todos lados, solo quieren un poco de protagonismo. —Nos explica calmada. A veces desearía poder ser como ella, en un estado de lejanía constante. —Y el mentor del cuatro, bueno, hizo de las suyas también.

—Finnick Odair ¿cierto? —Preguntó Theodore comenzando a untar mermelada en su tostada. No puedo creer las combinaciones raras de comida que pueden entrar en su estómago sin consecuencias, pero lo tomamos como su super poder. —Recuerdo que su gira de la victoria fue caótica, todo el mundo lo ama.

—Un engreído total. —Le respondió Damon, la sorpresa llegó a mí al notar su tono más brusco de lo normal. Últimamente he aprendido a leer más al equipo; descubrí que la única forma de comprender a mi mentor es a través de su voz, porque su rostro nunca cambia.

—Percibo... —Tomo la palabra fingiendo un gesto al oler el aire, luego vuelvo mi mirada a Damon, todos en la mesa me observan con curiosidad. —Ah, sí, creo que apesta a envidia. 

Columbae no puede resistir sus carcajadas pero intenta taparlas cubriéndose la boca con una mano, Theodore no se esfuerza en disimular su risa y Damon, bueno, si las miradas mataran ya estaría tres metros bajo el suelo.

—Bromea todo lo que quieras, cuando estés muriendo de sed me rogaras por un poco de agua, entonces espero que Odair te ayude. —Parece enojado y sus palabras son mordaces, pero algo dentro de mí me asegura que en su amenaza hay más humor del que parece.

O eso espero, de verdad voy a necesitar su ayuda.

*

Desde siempre tuve en cuenta que no soy la persona más agradable del mundo, en realidad ese cargo lo toma Theodore, así que cuando la chica del distrito uno casi me clava una flecha en el ojo —para mi suerte, Jake lo impidió—, no me sentí sorprendida. Así que ahora, al ser la segunda alianza más fuerte, los profesionales nos tenían en la mira. En cuanto a mis compañeros, no puedo hablar mucho al respecto sobre la lealtad; porque no somos amigos, pero casi lo olvido cuando estamos comiendo en el descanso del día y estallamos a carcajadas. El del seis —que ahora sé que se llama Kilyan— nos cuenta como solía robarle a los agentes de la paz sin que estos se dieran cuenta.

Es gratificante saber que todos somos humanos, cada uno de nosotras tiene una historia que se ata a la otra, todos hemos nacido luchando bajo el poder de Snow, al mismo tiempo es aterrador, porque debo matarlos si se me presenta la oportunidad. Odio la manera en que Jake nos transporta a la calidez de su distrito y Kilyan nos cuenta anécdotas que suenan asombrosamente peligrosas. Pienso en que Lyos los amaría, y podríamos ser todos grandes amigos, claro, en otra vida.

—¿Cuánto creen que duren estos juegos? —Pregunta Theodore a mi lado, captando la atención de todos. Normalmente los juegos más "interesantes" suelen durar más de lo esperado, los vigilantes se encargan de alargar el sufrimiento de los tributos para continuar entreteniendo a los espectadores. El solo hecho de pensar en que está edición se vuelva tan popular como para que quieran retenernos en la arena, me dan ganas de vomitar.

—No mucho considerando que los profesionales nos cortarían el cuello ahora mismo si pudieran. —Las palabras de Kilyan hacen que todos dirigamos nuestra vista a un punto de la habitación. No es mentira, cuatro ojos nos acuchillan de forma lenta y maniática. La chica del distrito dos es la que más me preocupa, todo en ella grita peligro y sobre todo, parece ser la más inteligente de su alianza y Damon nos advirtió que un buen cerebro puede ser más letal que una lanza.

—Somos cuatro, ellos son cuatro, díganme loco pero nos veo buenas posibilidades. —Jake nos muestra su típica sonrisa que sólo puedo describir como positiva y aniñada. De todas formas, eso es suficiente para distraernos de vuelta a la charla. —¿Se imaginan que la arena sea un océano? sería la única vez en que me sienta afortunado.

Kilyan se mueve en su lugar con un rostro más serio de lo normal. —No. —Pronuncia para luego ver a los lados, cuando se asegura de que nadie esté escuchando, habla en voz baja. —No sé nadar.

Las últimas palabras que Columbae nos dio antes de dejarnos en el entrenamiento de hoy fueron: —No llamen demasiado la atención, eso atraerá enemigos innecesarios—. Sin embargo, aquí estamos, riéndonos a carcajadas de Kilyan mientras los otros tributos nos observan con distintas expresiones. Puedo percibir el miedo de algunos, supongo que no entienden como podríamos reír en una situación como esta, cuando estamos a punto de entrar a una muerte segura. Siendo sincera, yo tampoco lo entiendo, pero si ayuda a que los demás crean que nos sentimos seguros, bienvenida sea la estrategia.

—Nuestra mentora dice que la arena podría ser algo más seco esta vez. —Comparte Theodore, una parte de mi quiere golpearlo por compartir información privada pero otra me recuerda que, por el momento, somos un equipo.

—¿Cómo un desierto? —Cuestiona Jake con interés, asiento hacía su pregunta y su rostro cambia por completo. —Espero que no, mis habilidades no encajan precisamente con puto desierto.

Kilyan se burla mirándolo. —¿Puede sobrevivir un pez fuera del agua por más de un día?

De nuevo, nuestras risas se hicieron notar. Llamando la atención, justamente como nos dijeron que no lo hiciéramos. No es como que realmente importe, toda esta gente va a querer matarnos de igual forma así que supongo que si voy a morir en esa arena, quiero disfrutar mis últimos días con lo más cercano a amigos que puedo tener.

GODDES OF THUNDER, finnick odairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora