PADRE ~NANAMI KENTO~ TERMINADA

༒CAPÍTULO 11༒

Este cap es un poco sensible, así que cuidado, las cosas pasan muy rápido y no se me aturdan. Si no quieren seguir vayan hasta lo último del capítulo.

DATO: letra cursiva: recuerdo. Todo lo que no esté en cursiva es la actualidad.

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Lamentarse es algo común del ser humano, a Judith este sentimiento siempre la carcomía pero no podía retroceder el tiempo, no podía borrar su mente aunque tanto lo quisiese.

Se hace un ovillo en esa habitación del sótano; tan oscuro, tan frío, tan tenebroso. Llega la noche y no puede evitar sentir ese terror, esa sensación que le eriza la piel.

Gritos...

Gritos desgarradores, gritos de dolor, gritos escalofriantes que remueven todo dentro de ella. Reconoce la voz y en su mente solo hay un cuestionamiento ¿Por qué?

María...

Pero qué quiere decir ser la elegida, trata de unir puntos, piensa aunque lo único que desea ahora es sufrir de una amnesia irremediable.

"también les gusta estudiar la muerte, por lo que ese día también se brinda para ese propósito."

¿Pero cómo lo hace sino es que esté al borde de ella?

Sus marcas, sus ojeras, su cuerpo flaco...

No la recordaba así... nunca pensó en que se podría convertir en eso.

Era de tarde, salían de la iglesia pues Judith había estado esperando que se la escogieran de líder para el coro, pero le habían dicho que no; que aún le faltaba, que era buena pero que María estaba muy por encima de ella. Que la hubieran puesto si es que hubiera un cupo, pero no lo había y tampoco se lo iban a apartar.

Por consiguiente una gran decepción se aisló en el pecho de Judith, seguida por el miedo que le causaba ir a decirle a su madre que no había conseguido estar en el coro y menos ser la líder.

- ¡Judith! -María me alcanzó, estaba disgustada con ella pero me mentalicé de que no tenía la culpa, pues era así, no la tenía.

Paré mi camino esperándola.

-Tranquila... Lo hiciste demasiado bien, para el próximo año sé que lo lograrás, sigue practicando.

Ella era mi amiga y claro que la quería, pues ha sido mi único apoyo y yo el de ella. Pero sus palabras... sus palabras removieron un coraje dentro de mí, una indignación porque ella nunca sentiría como siento que me diga eso por tercera vez.

Sonrío aunque no quiera, asiento y sabe que mis silencios dicen mucho en estos casos.

- ¡Judith! No te puedes ir -volteo a la hermana que viene caminando con enojo en su cara-. Ve a votar la basura y luego te puedes largar.

Me mira de una manera desdeñosa, odio esa mirada, y por más que quiera no la puedo pasar por alto. De vuelta le sonrío sin decir nada, pues temo que si abro la boca diga alguna cosa que no debo.

-Ve, y después pasa por mi casa ¿sí? Ya le pedí permiso a tu mamá -dice María de manera entusiasta, pero esta vez logro ver algo de preocupación en su rostro.

María era la persona más fuerte que había conocido. Su barrera de defensa ante sus recuerdos era socializar, por eso todo el mundo la amaba por ser tan carismática, pero hacía que me echaran a un lado, y en consecuencia mi madre deseara que yo no haya nacido, y que mi amiga fuera su hija en realidad.

Asiento formando otra sonrisa que me cuesta pero sale natural, alzando las mangas de mi largo vestido celeste me encamino dentro de la iglesia a cumplir lo que se me pidió. Las bolsas de basura las recojo y tiro en un callejón pequeño al lado de la iglesia, pues cuando pasa el basurero viene aquí a recoger todo. Los tachos de basura son de metal y mi pie duele cuando lo pateo envuelta en la ira.