༒CAPÍTULO 2༒

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Judith...

Abro los ojos saliendo de la ensoñación al sentir movimiento en la habitación donde dormimos todas, pensé que era la madre superiora pero lo que veo cuando alzo la cabeza es a María entrando sin querer hacer ruido, no sé qué hora son, aun así no me cabe duda que es de madrugada.

María se escabulle sigilosamente entre la oscura habitación, actúo como si estuviera dormida pero sin cerrar los ojos ya que la oscuridad no me delata. No sé por qué hago esto, puede que ella solo haya estado orando o ayunando. Quizá algún tipo de voto personal que haga a estas horas.

Se mete al vestidor de la habitación sin cerrar la puerta y segundos después aparece en bata y pelo suelto para acostarse en la parte baja de la litera en la que estoy.

Hay sonidos del viento y de como hace bailar las ramas de los árboles de manera escalofriante e insectos al rededor cosa que me pone los pelos de punta.

Me ha encantado el campo desde pequeña que visitaba a mi abuela en este, así no repetía mis rutinarias y actantes noches. Pero estar aquí no me causa nada de tranquilidad, siento que el deseo de adaptarme va a hacer que en realidad lo haga y deje de sentirme así.

Vuelvo a dormirme pero diferentes sonidos desconocidos me atormentan de vez en cuando porque en realidad tengo el sueño liviano.

A la mañana siguiente vamos a desayunar en la mesa del jardín como siempre. No sé si intencional o por rutina, pero me siento al lado de María queriendo hacerle conversa, y como siempre, lo primero que hago al toparme con el desayuno es tomar un poco de café.

—Anoche no pude dormir bien —comienzo a entablar o al menos intentar hacer surgir una conversación con María — ¿Tú como dormiste?

—Estamos iguales,  espero dormir mejor esta noche —responde ella siguiendo mi tema.

—Ya veo, yo también lo espero. Supongo que debemos orar por eso, tienes ojeras muy oscuras.

—Sí me he dado cuenta, creo que son de herencia, mi madre las tiene, mi abuela y tía igual.

—Oh, tal vez sea eso, ¿Qué vas a hacer hoy?

—Ayudaré en la iglesia al padre Nanami, hay papeleo que hacer, aquí también se hace eso. ¿Y tú?

—Ayudaré a limpiar y luego pediré más tareas.

—Claro, como eres nueva no tienes muchas tareas. —Asiento, —Creo que me haría falta una mano en la iglesia, hablaré con la madre superiora.

—Oh, no es necesario pero bien.

Si la madre me lo pide no me puedo negar, pero mi mente formula que si paso más tiempo estando con María sabré o descubriré algo raro lo cual es estúpido, me recuerdo las razones por las cuales permanezco aquí. Mi madre, y mi camino religioso lejos de las cosas malas y desdichas de noches.

¿Qué será de mí sí me fijo en otros cuando estoy descuidando lo mío?

Para eso no vine aquí dispuesta y encantada de entregarme a mi religión.

Todo lo que tuve que hacer para estar aquí... esto no tiene que ser una decepción ni un cuestionamiento a la vida que Dios me ha dado.

Después de unos minutos la hermana Carina me pide regar las plantas del jardín, asiento con la cabeza y le doy una dulce sonrisa a la cual me responde de la misma manera muy amablemente. Me dirijo hacia el cuarto de limpieza, las paredes son de piedra y en estas hay ganchos de donde cuelgan recogedores, escobas y otras cosas de limpieza, nada extenso. Tomo la regadera desde la manigueta buscando dónde hay agua.

PADRE ~NANAMI KENTO~ TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora