—Voy...
Iré aunque me cuestione profundamente a mí misma, no me merezco ser libre pero la sociedad de afuera es suficiente castigo, tengo miedo... miedo de la muerte, y miedo del karma que seguro caerá sobre mí, no, ya ha caído sobre mí.
Las veces que quise sacarle información a María sobre el que pasaba en el convento estaban camufladas por las ganas de que ella recordará algo, de que juntas saldríamos de aquí, tenía esa esperanza.
Pero al verla así en el vestidor, queriendo matarme y totalmente desquiciada la desconocí y me di cuenta de que no había quedado nada de ella, me resigné hasta un punto donde le temí y hasta la llegué a odiar, un punto donde solo comencé a preocuparme por mí.
Soy egoísta, soy una maldita, no soy inocente. Esa etiqueta que yo misma me puse y a la cual me obsesión ya no me importa, ya no representa lo que quiero ser porque ya no tengo nada en mente más que escapar y por alguna razón extraña; Nanami está en mis planes. Es la única persona aquí en condiciones de irse conmigo.
Pero aun así nunca me quito de la cabeza a aquellas novicias y monjas que siguen en el infierno de las creencias enfermas que tienen los líderes de este convento. La hermana Carina me oprime el pecho queriendo que se vaya conmigo.
Si salgo de este lugar lo que me espera afuera es el arrepentimiento y tortura de vivir con culpa, o la muerte.
Llegamos a la habitación camino atrás de Nanami, tengo la cabeza baja pero noto como se soba el cuello suspirando hondo.
Lo tengo en mis planes... ¿Por qué?
Ni un chico de mi edad me tocó, ni siquiera me miraban a ver para algo más que no sea burlarse de mí. Odié a los hombres por mucho tiempo, los odio y Kento no debe salvarse.
Me mira de reojo y agacho la cabeza. Ahora no puedo mirarlo a los ojos, y creo que eso debe justificarse ante lo intimidante que siempre ha sido para mí, desde que lo conocí, desde que lo vi fumando en ese balcón y desde que tomó mi cuerpo.
—Ve a darte una ducha, deja de pensar tanto.
—No puedo detener mi maldita mente.
Quito mi velo seguido de mi hábito, la verdad si me intimida este hombre así que termino de quitármelo antes de abrir la puerta dejándole ver mi cuerpo.
Abro la puerta y me adentro, pero antes de cerrarla la mano del Padre me detiene. Se adentra y azota la puerta quedando frente a mí con su aura dominante y grande. Su sombra me tapa y trato de tapar mi cuerpo aunque esté en ropa interior, no estoy acostumbrada a mostrar mi cuerpo.
—¿Qué sucede?
Se acerca sin decir nada, su mirada penetrante siendo la única que habla para mí, saca su alza cuellos y su sotana en segundos dejándome verlo en bóxer y con un bulto creciendo.
Aprieto mis piernas de inmediato avergonzada sabiendo lo que haremos. Y a lo que no me negaré pues las ganas emergen inevitablemente olvidándome del encierro.
Se acerca con su mano en la erección que se carga, y antes de que haga algo, no puedo más con la idea de tomar la iniciativa a esto, me le lanzo y lo beso poniéndome en puntillitas para alcanzarlo y enredo más bazos en su nuca.
Mis besos comienzan suaves pero es él quien aumenta el ritmo y la profundidad saboreándome con su lengua lamiendo mis labios y lengua también. Lo escucho gruñir bajo a lo que se lleva mi labio inferior entre sus dientes pegándome más a su cuerpo.
Sus manos tocan mis glúteos y cintura hasta mi espalda donde desabrocha el único sujetador que he tenido aquí, y lo tira lejos. Sus manos me empujan desde mi espalda, mis pechos quedan aplastados contra su torso y el que alce su pelvis me hace sentir el bulto que comienza a latir sobre mi pelvis.
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PADRE ~NANAMI KENTO~ TERMINADA
FanfictionJudith es una chica que va a realizar su noviciado en un convento a las afueras de la ciudad, en él se encuentra con el sacerdote Nanami Kento, al que encuentra "pecando" haciendo su estadía incomoda. Sin embargo, eso pasa a segundo plano cuando cae...