Me desperté a la mañana siguiente por culpa de Lexie y Mary. Eran las ocho de la mañana para cuando llegaron a casa, borrachas como cubas y armando jaleo. Me preguntaron qué hacía durmiendo en el sofá, a lo que respondí que había llegado tan cansada del trabajo que simplemente me había tumbado ahí nada más llegar.
Menos mal que no se dieron cuenta de que iba en pijama. La borrachera en muchas ocasiones jugaba a mi favor.
No sabía si Leon se habría despertado ya y se habría ido, así que tan pronto como las chicas se metieron a sus respectivas habitaciones revisé el cajón de la mesita frente a mí: las llaves de la moto seguían ahí. Aún así no pude evitar preguntarme si Lexie y Mary habían perturbado el sueño del moreno o no.
Intenté volver a dormirme, pero me fue imposible. La luz del Sol inundaba la estancia, incluso con las cortinas echadas. Cerraba los ojos e intentaba dormir, pero pese al cansancio que sentía no pude. Me había desvelado por completo.
Con un suspiro, me levanté del sofá de mala gana y fui a la cocina para poner la cafetera. Necesitaba uno bien cargado.
Arriesgándome a que Leon siguiera dormido, decidí preparar el desayuno. No sabía lo que le gustaba o no, pero los pancakes le gustaban a todo el mundo, ¿no?
Puse todo en una bandeja cuando terminé y fui hasta mi habitación. Toqué la puerta como pude, escuchando a Leon darme permiso para pasar tras unos segundos.
—Buenos días —saludé.
—Buenos días —contestó, su voz un poco más grave y ronca que anoche —No tenías por qué hacerme el desayuno, pero muchas gracias —sonrió.
—No iba a dejar que te fueras con el estómago vacío —repliqué.
—Se siente como algo típico de ti —me había conocido ayer, pero se conocía que a Leon se le daba bien lo de calar a las personas.
—Sólo trato a los demás como me gustaría que lo hicieran conmigo —me encogí de hombros.
Por un instante la nostalgia se me echó encima. Sentía que no volvería a ver a Leon, y eso... dolía. No debería, pero lo hacía.
Sentí que estaba loca, ¿por qué me apenaba no volver a ver a una persona que acababa de conocer? ¿Tan rápidamente desarrollaba dependencia hacia una persona? ¿Cómo podía ser?
—¿Puedo hacerte una pregunta, Lillith? —Interrumpió el moreno el hilo de mis pensamientos.
—Claro, sin problema —respondí.
—Sé que el apellido Morgan es muy común, ¿pero por casualidad tu padre se llamaba Jacob?
Abrí los ojos como platos ante la pregunta de Leon.
—Pues sí, se llamaba Jacob, Jacob Morgan.
—Me cago en la puta... ya me acuerdo de ti —le miré con una ceja alzada —. Eras muy pequeña y no te acuerdas, pero Jacob y yo éramos amigos. Cuidé de ti en el pasado, Lillith.
—Estás intentando quedarte conmigo —le dije, incrédula. Leon tenía que estar bromeando.
—Tu helado favorito es el de vainilla y caramelo salado —así era, pero también lo era el de muchas personas, acertó de casualidad —. Veamos... teníais un perro cuando eras pequeña, un cruce de husky con boyero de Berna, muy poco común a decir verdad —prosiguió ante mi expresión escéptica.
Vale, lo del perro sí era verdad. Aún así, quise divertirme:
—Sí me dices como se llamaba te creeré —Leon sonrió divertido.
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Forbidden {Leon S. Kennedy}
FanfictionSabía que no estaba bien, que para Leon no sería moralmente correcto, pero había cosas sobre las que yo no tenía control, y mis sueños eran un claro ejemplo de una de esas cosas. Y es que, cuando la moral era la ley, los sentimientos se convertían...