Leon no condujo hasta mi casa, sino que en su lugar fuimos a la suya. Llegamos casi tan rápido como cuando íbamos con la moto.
Encendió las luces del salón nada más entramos, volando mis manos hasta mi boca al ver cómo estaba el lugar. En la mesita de café había dos copas de cristal, y entre ellas una caja blanca con un lazo rojo. Me fijé en el suelo, dándome cuenta de que había un camino de pétalos de rosa que sin duda conducía hasta la habitación del mayor.
Leon no me dio oportunidad de mediar palabra, y en su lugar me abrazó por detrás y me besó en el cuello.
—Feliz cumpleaños —susurró con voz cantarina en mi oreja, erizando toda mi piel —. Ve a sentarte, en seguida te acompaño.
—Te has pasado, esto es precioso —halagué, sentándome en el sofá.
—Me alegra que te guste —repuso él desde la cocina.
Instantes después, Leon se sentó a mi lado en el sofá, destapando la botella de champán que había traído de la nevera y sirviendo las copas.
—No te hacía de los que beben champán —admití.
—No es mi bebida predilecta, pero está muy bien para ocasiones especiales —comentó, señalando con la barbilla la caja que había en la mesa —. Ábrela, que no muerde —asentí con la cabeza, cogiendo el regalo.
Deshice el lazo y aparté la cinta cuidadosamente, abriendo la caja.
—Leon... —Era lencería de Victoria's Secret.
Saqué la tela, descubriendo un body de encaje negro, con dos tiras cruzadas a la espalda, y lo mejor y más excitante de todo, sin nada de tela en la entrepierna más que una especie de cordones en la parte del pubis.
Pero no se quedó ahí el regalo, ya que dentro de la caja, y por muy loco que sonase, había también una caja de zapatos. Miré a Leon al ver esto, y él simplemente me sonrió, coqueto y con la misma sensación de anticipo que yo.
Unos tacones de aguja negros, con la suela roja. Solo con ver el color de la suela supe que eran caros, no me hizo falta ni mirar la marca.
—Te has pasado —regañé.
—Sólo pruébate todo, baby girl —susurró con voz grave, su mano recorriendo el lateral de mi pierna, desde mi rodilla hasta la cadera.
—Sí, daddy —asentí, suspirando. El juego acababa de empezar, y yo ya estaba altamente excitada, sabiendo que, muy probablemente, Leon y yo mantendríamos relaciones sexuales esa noche.
Solo de pensarlo mi cuerpo empezaba a temblar.
Me dirigí al baño, poniéndome lo que me acababa de regalar. No sabía cómo lo había hecho, pero había acertado de lleno con las tallas.
Me mordí el labio inferior al verme en el espejo. Estaba feo que lo dijera, pero el body me quedaba de infarto, mientras que los tacones parecían alargar mis piernas, haciéndolas resaltar. Jamás me había sentido tan atractiva y sensual como en aquel momento.
No estaba acostumbrada a usar tacones, así que salí del baño dando pasos cortos, despacio. Lo último que quería era cargarme la atmósfera que se había creado con una caída.
—Joder... —gruñó Leon al verme, todavía sentado en el sofá, con las piernas separadas.
—¿Qué tal? —Inquirí, dando una vuelta sobre mí misma para que me viera bien.
—Olvida lo de las mallas de cuero, necesito verte así todo el puto día —comentó, embelesado.
Me acerqué un poco más, tomando mi copa de champán y bebiendo un poco. Leon aprovechó mi cercanía para cogerme la mano y tirar de mí, haciendo que quedase a horcajadas sobre él. Suspiré al sentir el bulto de su pantalón rozar directamente con mi intimidad.
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Forbidden {Leon S. Kennedy}
FanfictionSabía que no estaba bien, que para Leon no sería moralmente correcto, pero había cosas sobre las que yo no tenía control, y mis sueños eran un claro ejemplo de una de esas cosas. Y es que, cuando la moral era la ley, los sentimientos se convertían...