Me quedé mirando a Leon completamente estupefacta, sin llegar a procesar del todo la situación. Por un lado, estaba el hecho de que Leon sabía que me había puesto cachonda, y por el otro, la sorpresa e incredulidad de que decidiera dar tregua al trato que habíamos hecho para que yo pudiera tener un poco de liberación.
Aunque claro, si pudiera elegir, era obvio que preferiría que Leon me follase antes que masturbarme. Menos daba una piedra, pensé.
—Estás intentando quedarte conmigo. Quieres que lo haga para luego poder castigarme por ello —conjeturé, Leon negó con la cabeza.
—Yo te lo estoy ordenando, así que no tendría derecho a castigarte por ello, baby girl —joder, ese apodo me afectó mucho más de lo que pensaba. Llevaba casi dos semanas sin oír a Leon pronunciar esas dos malditas palabras, así que no era de extrañar que, cuando finalmente las dijo después de tanto tiempo, mi cuerpo reaccionase inmediatamente a ellas, como si Leon hubiese pulsado un botón.
Suspiré pesadamente, su mirada y la mía disputando una intensa batalla.
—Tócate para tu daddy, Lillith —insistió él tras un pequeño silencio —. No te resistas, sé que quieres hacerlo —su tono era tan grave como sensual y provocativo, incitándome a ceder y tomar ese pecaminoso camino, avivando las llamas que se habían formado en mi vientre.
Me quebré ante la presión de la misma forma en que una fina lámina de vidrio lo haría bajo una prensa hidráulica.
Lentamente, y bajo la atenta e intensa mirada de Leon, me subí su sudadera, sujetándola con mis dientes para que no se bajara y tapase mis pechos. Respiró pesadamente, observando con detenimiento cómo mis manos se cerraban en torno a mis senos, apretándolos suavemente, pellizcando tortuosamente mis duros pezones mientras que unos suaves primeros gemidos se escapaban de entre mis labios.
Los ojos del mayor eran dos océanos oscuros cargados de fuego y pasión, anclados en mí mientras daba sorbos a su whisky de cuando en cuando.
Cuando manosearme las tetas se que me quedó corto decidí que era hora de dar el siguiente paso, bajando mi mano derecha hasta mi centro, acariciándome por encima de la oscura tela del bóxer de Leon que llevaba puesto. Mi respiración se tornó irregular al hacer eso, y mis dedos índice y corazón comenzaron a moverse más rápido sobre mi clítoris.
—Quítate de una puta vez el bóxer —apremió Leon, notablemente desesperado por querer que expusiera mi feminidad. Sonreí ante eso, pero no me quité la prenda.
Aún no.
Puede que él me estuviera ordenando hacer cosas, pero yo tenía el control de la situación.
Le miré a los ojos, desafiándole mientras introducía la mano bajo la tela, notando por fin la humedad que se había acumulado entre mis pliegues. Entreabrí los labios dejando salir un fuerte gemido cuando por fin mis dedos fueron a parar a mi clítoris.
Leon gruñó ante mi rebeldía, aunque pronto una sonrisa ladina se formó en sus labios, apurando el whisky que le quedaba después, sirviéndose otro vaso casi al momento.
Finalmente, y tras torturarle un poco más, me despojé del bóxer, separando bien las piernas para que Leon pudiera tener una buena vista de mi coño. Le vi pasar saliva, el bulto en su garganta subiendo y bajando mientras que su lengua humedecía sus labios, llevándose el vaso a la boca después, bebiendo mientras me miraba por encima del filo del vaso.
—¿Disfrutando las vistas, daddy? —Le devolví la pregunta con la voz entrecortada debido a mi irregular respiración.
—Es lo más bonito y erótico que he visto nunca —respondió, en tono gutural.
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Forbidden {Leon S. Kennedy}
FanfictionSabía que no estaba bien, que para Leon no sería moralmente correcto, pero había cosas sobre las que yo no tenía control, y mis sueños eran un claro ejemplo de una de esas cosas. Y es que, cuando la moral era la ley, los sentimientos se convertían...