X

69 7 0
                                    

Leon's POV:

Jamás en mi vida me había sentido tan bien después de un polvo. El sexo con Lillith era simplemente la hostia. Odiaba admitirlo, pero el imbécil de su ex novio tenía razón, era pura dinamita, y cómo la chupaba... joder, de solo pensarlo se me ponía dura otra vez.

Sacudí la cabeza, tirando los condones en la papelera de mi baño. Agradecí que el baño tuviera bañera, no iba a dejar que Lillith se durmiera sin darse un baño. Abrí el grifo tras poner el tapón, regulando el agua hasta que salió caliente. Puse un poco de gel para que hiciera espuma, y deseé haber tenido una de esas bombas de baño, seguro que a Lillith le encantaban.

Chasqueé la lengua, habría que conformarse con las velas que había conseguido para esta noche. No sabía si a Lillith le gustaría ese olor, pero me arriesgué con las de vainilla y canela.

Se me encogió el corazón cuando volví a mi habitación y la vi profundamente dormida en mi cama, hecha un ovillo bajo las sábanas. Era tan tierna... amaba esa faceta suya, en el fondo seguía siendo esa niña pequeña que había dejado atrás en Memphis. Daba gracias a lo que hubiera ahí arriba por haberla puesto en mi camino de nuevo.

Capaz que fue cosa de Jacob. Reí en mi fuero interno ante ese pensamiento.

Destapé a Lillith con cuidado y le quité el body que le había regalado, tomándola en brazos con cuidado. La chica se removió un poco entre mis brazos, hasta que sus ojos se abrieron perezosamente.

—¿Leon? —Susurró. —¿Qué haces? —Inquirió al verse desnuda.

—Tranquila —le dije con voz calma, entrando al baño y cerrando la puerta tras de nosotros.

Lillith entendió todo al observar el lugar, en penumbra, únicamente iluminado por las cuatro velas que había puesto, creando un ambiente íntimo y privado, además de llenando la estancia del delicioso olor de la vainilla y la canela.

—Sólo déjate hacer, cariño —le susurré, entrando a la bañera.

Me senté con cuidado, y Lillith suspiró de puro gusto al sentir el agua caliente contra su piel.

—¿Te gustan las bombas de baño? —Inquirí, apoyando la espalda en la pared de la bañera, recostando a Lillith en mi pecho mientras mojaba la raíz de su cabello, masajeando su cabeza.

—Nunca he usado una, pero sí me llaman la atención —respondió con voz vaga, aún estaba medio dormida.

Bien, conseguiría alguna de esas para la próxima.

—Has cumplido tu promesa —formuló, sus palabras quedando en el aire mientras que yo buscaba una respuesta. Sabía a lo que se refería.

Admitía que me había dejado llevar, y eso se podía ver reflejado en su cuello. Era mi parte predilecta, además de sus piernas y pies, aunque solía esconder lo más que podía lo del fetiche de pies, si era sincero.

Pero su cuello... joder, me perdía demasiado, sobre todo cuando descubrí que era un punto altamente erógeno de su cuerpo.

—Lo importante es, ¿estás bien? —Estaba preocupado de que Lillith se hubiera molestado, a fin de cuentas, admitía que se me había ido un poco la mano, y en el momento del calentón uno podía acceder a muchas cosas de las que luego se podía arrepentir.

—Perfectamente —ronroneó, deslizándose un poco hacia abajo, el agua a la altura de su barbilla ya.

—Tu cuello —le dije, llevando mi mano a la zona.

Lillith se encogió de hombros.

—Si han quedado marcas, mejor —comentó.

—Estás loca —reí yo.

Forbidden {Leon S. Kennedy}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora