Epílogo

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Ha pasado un mes desde que Luffy se mudó con Law.

Law se ha dado cuenta de que se ha sentido como en casa en un abrir y cerrar de ojos, y de que se ha integrado tan bien en su espacio que no se habría dado cuenta si no lo hubiera estado mirando. Esto es aún más reconfortante, porque demuestra lo bien que se complementan.

Law también se ha acostumbrado a Luffy. Ya se ha acostumbrado a la forma en que murmura en sueños, a cómo se aferra a él cuando sueña. A veces eran buenos, cuando murmuraba el nombre de Law con ternura, y a veces no, como cuando parecía asustado, huyendo de algo, o murmuraba el nombre de Ace. Law se aseguraba de abrazarlo más fuerte esas noches.

Pero aparte de eso, la vida en su apartamento iba viento en popa. Cocinaban juntos, comían juntos, limpiaban juntos, se divertían juntos. Luffy tendía a desviarse de los planes de Law, pero así es él, y Law sólo está ahí intentando ponerse al día con su energía desbordante. Pero él es feliz. Y Luffy es feliz. Y eso es todo lo que cuenta.

La cicatriz de Luffy se curó bastante bien en el transcurso del mes, al igual que la de Law. Se besaban en la piel estropeada y cosida, recordándose que los nuevos cambios ya formaban parte de ellos mismos, que eran preciosos a pesar de todo. Y aunque a veces les costaba, prosperaban en su amor por ello.

Law había vuelto al trabajo hacía una semana, dejando a Luffy a su aire en casa, sin escuela ni trabajo en los que pensar. Pero Luffy no tardó en darse cuenta de que no le gustaba estar solo en casa sin Law, y estaba decidido a volver aunque fuera un poco a su vida normal a pesar de las protestas de Law. Luffy no lo aceptaba, y Law sabía lo testarudo que era. Pensó, oye. Si no se estaba muriendo, ni siquiera estaba tan herido como en Dressrosa, ¿por qué no? ¿Por qué detenerlo?

Y así prosperaron.

La información de todas las fuentes les llegó en las semanas siguientes, mientras continuaban curándose y reinsertándose en la sociedad.

La base de Doffy se quemó hasta los cimientos.

Law se quedó boquiabierto y miró con los ojos muy abiertos a Luffy, que se había enterado al mismo tiempo por Koala a través del altavoz. La limpieza y retirada de escombros se dejó en manos de las autoridades locales, pero la base en sí había desaparecido para siempre. El alivio que floreció en el pecho de Law en ese momento fue insuperable, y Luffy pareció sentirlo también, acercándose a abrazarlo mientras Koala le daba la noticia.

Otra llamada, de un número desconocido. Le iban a celebrar un funeral privado a los miembros muertos a manos de Law, y le habían invitado.

Al asesino.

Y antes de que Law pudiera siquiera decir una palabra, Luffy se negaba vehementemente por él. "¿Cómo pudieron invitarte? ¿No es raro?", balanceó el brazo bueno de Law de un lado a otro, "Oye, ¿no es muy raro?".

Law arrugó la nariz: "Sí, lo es, pero no es que tenga que ir. Ni tampoco quiero. Creo que sólo me lo pidieron porque solía ser...".

"Pero ya no lo eres", se burló Luffy, frunciendo profundamente el ceño. "Espero de verdad que no vuelvan a molestarte".

"Sí", Law acerca a Luffy y le da un tierno beso en la frente. "Yo también".

Días después, Law recibe una nota bajo la puerta de su casa, y para su sorpresa es de Baby 5 y Buffalo.

"¿Qué dice?" pregunta entusiasmado Luffy, que la ha llevado al salón para leerla bajo el resplandor naranja dorado de la luz del sol que entra por la ventana.

Law lo lee detenidamente, y siente que el susto le invade el cuerpo con cada frase que pasa. Luffy está ahí leyendo con él y hace ruidos graciosos a cada nuevo párrafo.

Dirty Red Feathers - LawluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora