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Hace dos años.

*beep beep beep beep...*

'Ahí está de nuevo.' pensó Nayeon refiriéndose a su tono de alarma, que como siempre tan eficiente y para nada impuntual sonaba a las 6:00 a.m. todos los días.

"Minari..." llamó coqueta a la menor, dueña del departamento en el que dormía casi todos los días, que se encontraba más cerca del aparato emitiendo aquel molesto sonido.

"Hm." obtuvo a penas como contestación.

"¿Me alcanzas el celular? Por favor." pidió aún con voz adormilada en medio de un bostezo. Escuchó algunos sonidos de protesta y en unos segundos ya tenía el dispositivo sobre su abdomen cubierto por las sábanas. "Gracias." dejó un beso en su mejilla más cercana. "Me levantaré. Duerme mientras me alisto y te preparo el desayuno."

Estaba a punto de irse cuando una mano sujetando firmemente su muñeca la detuvo. Se giró hacia la cama para observar a Mina con un gran puchero instalado en su rostro.

"¿No te puedes quedar hoy?" le preguntó con un tono casi tan tierno para cumplirle sus deseos. Nayeon sonrió complacida ante la ternura de su chica y negó varias veces con la cabeza, al mismo tiempo que retiraba la mano aún posada en su brazo.

"Sabes que no es así como funciona el ser jefa." Mina bufó para volver a taparse con las sábanas mientras cambiaba su posición en la cama, ahora dándole la espalda, jugando a la difícil.

"Ni quería." otro comentario que hizo reír a la mayor de las dos. Observó el bulto sobre la cama una última vez, y negando con la cabeza con una expresión divertida en el rostro abandonó la habitación.

Esa era la rutina más reciente de Nayeon. Levantarse, molestar a la más joven unos minutos hasta que refunfuñe para que no asista al trabajo, decirle que no, y eventualmente irse.

Algunos días -más de los aceptados por la ley- deseaba poder cumplir las peticiones de Mina, pero... No era como funcionaba su imagen de jefa del departamento de Salud, Deporte y Nutrición del Complejo Élite de East Ocean. Que encima era el negocio de su familia, quienes le habían insistido ser jefa desde que cumplió la mayoría de edad.

Y es que, el 95% de las veces ni siquiera recordaba cómo es que había cedido. Solo contaba con pequeños fragmentos almacenados en su cabeza de sus pasantías emitidas en su último año de universidad, luego muchos halagos de sus compañeros de trabajo y algunos superiores, algunas investigaciones sobre el campo, muchas sesiones de ejercicio, conversaciones interminables con sus padres y... De la nada era la jefa del departamento de Salud, Deporte y Nutrición a tan solo 1 año de haberse graduado.

Ahora que lo piensa, fue exactamente en ese orden en el que sucedieron las cosas.

Aunque no todo era color de rosa, en especial para Mina. Nayeon odiaba hacerle daño a Mina. Y odiaba aún más saber que lo estaba haciendo. Pero, para la vida de Nayeon, ella misma era más importante que el resto. Si existía algo que quería, y los medios para conseguirlo, no le temblaría el pulso hasta que lo tuviera en sus manos. Lo que la hacía una egoísta de primera, cosa de la que también estaba al tanto.

Sacudió su cabeza con un nuevo pensamiento en mente: darse una ducha. Antes de su destino, pasó por el clóset para elegir algo que dijera 'todos deben obedecerme'. Luego entró en la ducha.

Las gotas se deslizaban por su rostro mientras su corazón latía despacio, sentía la calma del agua tibia sobre su piel en aquel cuadrado cuarto de baño. Por un momento una pequeña sonrisa se asomó en sus labios, y se dio cuenta que lo estaba haciendo otra vez. Nayeon tenía la costumbre de ponerse filosófica en la ducha, esos minutos eran para ella la forma de sacarse todos los males. No importaba que tan del asco estuvo su día, unos minutos en la ducha con el agua corriendo por todo su cuerpo bastaban para hacerlo desaparecer.

Cerró su ciclo de reflexión narrativa y salió de allí con tan solo una diminuta toalla cubriendo su cuerpo. 'Mina debería comprar toallas de tamaño humano.' pensó. Con el más reciente pensamiento cruzando su cabeza, fue hasta la habitación en donde esperaba encontrar a la personificación en sí de sus ideas, pero para su sorpresa la cama se encontraba vacía. Y arreglada. "Tal vez demasiado..." susurró.

Quitó la toalla de su cuerpo con una mano para secar su cabello castaño claro. Escuchó pasos y se puso alerta, entonces la vio, observando su cuerpo desnudo desde la puerta.

"Hey..." la saludó en voz baja, lo que hizo que un escalofrío recorriera todo su cuerpo. Había algo distinto en esta Mina. No era la dulce joven Mina de siempre. Esta parecía fría y despiadada. Borrando esa perversa imagen giró tan solo un poco su cabeza hasta poder observarla por encima del hombro. No le molestaba que la mirara sin ropa pero... Con esa escalofriante impresión y sus recuerdos de aquella noche no le quedaban tantas ganas. Nayeon sonrió tan solo.

"Hey... ¿Está todo bien?" respondió temerosa. Expectante. Ansiosa y esperando lo peor.

"Me gustaría decir que sí..." empezó acercándose a la castaña que aún estaba desnuda en el medio de su habitación. "Pero no quiero ser una mentirosa como tú." continuó con menos calma y más bien molestia. "Y antes de que me preguntes con tu vocecita inocente 'Oh pero, ¿Minari, qué es lo que sucede?' Te lo adelantaré:" arrojó un manojo de papeles al suelo, que cayeron cerca de los pies de Nayeon. La de cabellos claros solo les dio un pequeño vistazo de reojo, antes de que sus ojos oscuros volvieran a mirarla. "¿Sorprendida de que descubriera tu oscuro secreto?" bufó la pelinegra dándose la vuelta para abandonar la habitación dejando a una muy confundida Nayeon.

La mayor se vistió con unas bragas y un gran camisón de dormir antes de seguir a Mina por todo su departamento. Desesperada por darle una explicación. Cuando por fin la encontró la tomó de la muñeca. "Puedo explicarlo." ofreció con intenciones de que la pelinegra se girara, pero como no lo hizo, la rodeó hasta tenerla de frente. "Fue..." las palabras fueron silenciadas por una bofetada de parte de la menor, que al instante llenó sus ojos de lágrimas.

"No quiero escuchar tus excusas, Nayeon. Ni ahora ni alguna otra vez en el futuro." tragó saliva. "Estoy harta, ¿comprendes? Cansada de tus niñerías egoístas y ensimismadas." Nayeon la miraba a los ojos escuchando todas sus palabras. "Ya no quiero formar parte de tus arrebatos y de tus hobbies. Y en definitiva no quiero ser la que te sigue a todos lados sabiendo que tú nunca lo harías por mí. Ni por nadie más, porque en tu cabeza no existe otra persona que no sea Im Nayeon." esto último salió de su garganta con mucho sufrimiento. Mina estaba muy afectada con lo que estaba por hacer. "Te he seguido, a todos lados Nayeon, desde los 15 años, y a ti te cuesta demasiado acompañarme a hacer las compras. Lo que es increíblemente egoísta de tu parte, porque teniendo un departamento tan genial prefieres venir a irrumpir al mío siempre que te provoca. ¡Y no puedes siquiera avisarme!" Nayeon intentaba hacer algo, decir algo, pero con la actitud de la contraria parecía lo correcto quedarse en silencio hasta que expresara todo lo que tenía para decirle. "No diré que te odio porque no lo hago. Y me odio a mí por ello. Sin embargo, lo que sí puedo decirte es lo que pasará, y quiero avisarte que no me importa si estás de acuerdo o no, porque de eso se ha tratado mi vida por casi una década, en la que te sigo sabiendo que no te importa si estoy de acuerdo." tomó una bocanada de aire antes de decir: "Quiero que nos dejemos de ver. Si es posible para siempre." con las palabras de Mina, el pequeño corazón de Nayeon se rompió en mil pedazos. "Vendí mi departamento hace unos días, lo desalojarán esta tarde. Me mudaré y no sabrás más nada de mí."

"Mina yo..." la voz de la castaña no logró proyectarse ya que había rotó en llanto. "¿Por qué no me lo dijiste?"

"Lo mismo me gustaría preguntarte." frunció la punta de su nariz como solía hacerlo cuando se enojaba. "Esto será todo. Saldré a trotar. Cuando regrese quiero mi departamento sin ningún rastro de que Im Nayeon existió en él." caminó hasta la puerta de salida, y antes de girar el picaporte dijo: "Y no intentes buscarme. No podrás volver a dar conmigo." Sin esperar respuesta alguna dejó su departamento corriendo. Soltando lágrimas por todo el camino. Dejando a la contraria aún peor en lo que mañana se convertiría en su viejo departamento.

Y ese sería solo el comienzo.

Her Own Worldview [Minayeon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora