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Mina abandonó la residencia tan rápido como pudo. Quería alejarse lo más pronto posible de Im Nayeon. El agradable señor que las había dejado pasar en primera instancia, le gritaba con preocupación, preguntando si estaba todo bien. Ella hizo un ademan para restarle importancia y siguió corriendo hasta hallarse fuera de aquella -ahora sombría- urbanización.

Observó a la rubia a lo lejos, esperándola fuera, justo como le había prometido y sintió su estómago revolverse. No quería admitir ante nadie que el querer hablar con Nayeon había sido la peor idea que pudo haber tenido alguna vez.

"¡Mina!" Gritó Sana desesperada tratando de llamar su atención. Como la nombrada decidió ignorarla, la rubia no tuvo más opción que encender su motocicleta para llegar hasta ella y lograr tranquilizarla. Mataría a Im Nayeon la próxima vez que se cruzara en su camino.

Sana, con mucha agilidad derrapó la motocicleta frente a Mina, consiguiendo por fin que detuviera su paso, arrojó el vehículo al suelo y retiró su casco con rabia, tal como hizo aquel día en la comisaria, una vez más siendo la detective Park la dueña de sus rabietas. "¡Voy a matarla, te lo juro!" Exclamó hecha una furia.

"¡No!" Esa negación salió de la profundidad de la garganta de la pelinegra como un ruego doloroso. Le había hecho un gran daño la conversación con Nayeon. "Por favor no me dejes para ir con ella. No vale la pena. Quédate conmigo..." La última frase la dijo en forma de súplica mirando a la rubia con los ojos cristalizados. Sana no podía creer lo estúpida que podía llegar a ser su jefa, ella era fiel creyente de que Nayeon debía sufrir alguna clase de desvarío mental para siempre tratar tan mal a Mina. "Por favor..." Suplicó una vez más, solo que esta vez soltó las lágrimas que llevaba conteniendo desde que abandonó la casa de su torbellino personal, lanzándose a los brazos de la rubia, quien no dudó ni un segundo cuando la envolvió en sus brazos, en un cálido y sincero abrazo protector.

"Déjame acabar con ella... Será sencillo cariño, una bala entre sus cejas y ya está." Susurró en su oído. La escuchó reír con su comentario y expulsó el aire que tenía contenido desde que arrojó su motocicleta en medio de la calle.

(...)

Los días siguientes transcurrieron con normalidad. Mina no quería estar sola, así que, justo después de su discusión con Nayeon, fue a su casa a recoger algunas cosas, y se ha estado quedando en el departamento de la rubia desde entonces.

Sana había regresado al trabajo el sábado, y estaba agotada. Le comentó a la pelinegra que su jefe ahora las trataba como novatas, y que volverían a las misiones encubiertas. Algo que le preocupaba a Mina, pero no realmente. La herida que dejó Nayeon en su pasado con su falta de veracidad, fue cubierta casi por completo por la diferencia de trato de parte de su rubia favorita.

El día lunes, como sentía su vida anteriormente con Nayeon, Sana abandonó su departamento temprano por la mañana, yendo directo a la comisaria para empezar en el trabajo desde 0. Como primerizas. Suspiró y entró a su antigua oficina, en donde ya la detective aguardaba por su llegada, con un café en una mano, y las instrucciones de la misión en la otra. Ofreció un corto saludo con la cabeza, y tomó su parte de plan, plasmado en una carpeta.

"¿Por qué asistir a un club un lunes?" Nayeon la miró mientras leía aquellas hojas. La rubia permaneció igual. Mostrándole una expresión seria. No se sentía feliz dirigiéndole la palabra. "¿A qué hora debemos salir?" Formuló otra pregunta al percatarse del silencio.

"En poco tiempo." Respondió Nayeon luego de darle una ojeada al reloj digital colgado en la pared.

"¿Los demás no irán?" Sana, quién odiaba la idea de estar a solas con la detective todo el día, se vio en la necesidad de hacer aquella tercera pregunta. Su compañera la observó con una mirada que parecía pícara y traviesa, que la hizo rodar los ojos. Nayeon carraspeó al notar su desinterés y negó con la cabeza, dándole la razón.

Her Own Worldview [Minayeon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora