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"¿Por qué traes cara de muerto?" Changbin, al segundo en el que la vio entrando por los pasillos del hotel, con esa cara de pánico, y un color más pálido de lo normal, ya podía imaginarse lo que estaba pasando; ya había visto la misma imagen horas antes. "Mejor dicho." Llegó hasta su posición y se colocó frente a ella, frenando su paso apresurado hasta la oficina. "¿Por qué pareces uno?" Mina lo observó entornando los ojos. Suponía cómo debía verse, pero es que el día había estado lleno de situaciones descontroladas e inesperadas. Entonces suspiró, llevándose al chico jalado de la camiseta hasta su despacho, en donde cerró la puerta con llave luego de pasar. Dejó sus pertenencias sobre el escritorio, y lo encaró.

"Nayeon me ha dado una carta." Soltó, sin anestesia.

"¿Cómo?" Cuestionó incrédulo cruzándose de brazos. "¿Una carta?" Elevó una ceja. Mina asintió. "¿Qué tiene de especial? ¿Es una orden de alejamiento, o algo por el estilo?" Su guardaespaldas siempre aprovechaba el momento para lanzarle la bomba. Era una cazarrecompensas en ese aspecto. La pelinegra rodó los ojos.

"Una carta, una disculpa, aparentemente." Frunció los labios, no entendía el cambio tan repentino de comportamiento en su ex. Pasa 10 años sin decirle nada, y de pronto, una tarde, le cuenta todo y encima le pide disculpas. '¿Qué había cambiado...? ¿Por qué ahora?' Se preguntaba la mujer de esperanzas superadas.

"Vale..." Procesó Changbin, aún con su cronómetro de confianza en 0. "¿Puedo verla?" Mina negó tantas veces con la cabeza, que el chico pensó que se desprendería de su columna vertebral.

"No la he leído, todavía." Dicho esto, se sentó sobre su escritorio, la curiosidad la estaba consumiendo, y el hombre musculoso parado frente a ella podía notarlo. La veía con preocupación mascando sus uñas. Changbin soltó un resoplido, acomodó su camiseta, que había quedado un poco arrugada por el jalón de su jefa y sacudió sus manos, dando a entender que no era asunto suyo.

"Está bien, Mina. Pareces necesitar tiempo a solas para procesar lo que sea que esté pasando entre ustedes." Fue hasta la puerta y antes de abrirla, habló sin verla: "Estaré en la recepción coordinando el nuevo horario de los guardias. Tengo mi celular conmigo." Avisó y se retiró, dejando a Mina sola, con la curiosidad carcomiéndole el cerebro y la carta en su bolso actuando como la tentación perfecta, siendo su manzana de Adán, su caja de pandora.

(...)

Eran casi las 10 de la noche y Mina no había despegado su cuerpo de su escritorio, laboraba hasta las 6, pero no quería estar a solas con la carta de Nayeon, entonces decidió redoblar y planificar los nuevos horarios, dadas las circunstancias. No se había despegado de su computadora ni un segundo, tenía miedo que de hacerlo, la curiosidad ganaría este round, y prefería trabajar. Así como leer la carta podría hacerle bien, también podría dañarla por completo; y detestaría lo segundo. No tenía ganas de seguir sufriendo por Nayeon, ya había superado el asunto casi un 80%, a estas alturas.

Estaba tan inmersa en sus pensamientos, y en el trabajo que el llamado a la puerta en unos golpes bajos la sobresaltó, entonces se permitió ver el reloj en la pantalla y se sobresaltó aún más sabiendo que eran pasadas las 9. Fingió compostura y empujó su cuerpo hacia atrás, dándose espacio para levantarse de la silla.

"Adelante." Avisó tan pronto como se levantó y comenzó a recoger. No iba a dormir en su despacho.

"¿Mina?" La llamó Sana asomando su cabeza. La nombrada al instante sonrió, y corrió hasta sus brazos. A la rubia se le contagió la emoción de verla y abrió sus brazos, esperando el salto de la pelinegra que ahora enredaba sus piernas alrededor de la cintura de Sana.

"Te he extrañado tanto." Susurró cerca de sus labios.

"¿Ah, sí?" Mina asintió. "Pues no lo parecía, considerando que has estado ignorando mis llamadas..." Sana no quería estar enfadada, pero lo estaba. Desde que la dejó en casa de Nayeon, la pelinegra no había vuelto a comunicarse con ella, y si no fuera por su propia compañera de trabajo que le avisó que la había llevado de regreso al hotel, ella no sabría del paradero actual de su amante. Mina abrió los ojos con sorpresa y se bajó del cuerpo de la rubia, corrió hasta su escritorio y encendió su celular... Que al instante se llenó con notificaciones de llamadas perdidas y mensajes de Sana.

Her Own Worldview [Minayeon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora