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Sana no hizo más que llenarla de preguntas apenas estacionó su motocicleta en la entrada de aquel hermoso restaurante, dejándole las llaves al amable hombre encargado del valet parking. Le decía "Estuviste muy callada todo el viaje, ¿estás mareada? ¿Te acompaño al tocador? Espera, no, eso sería raro..." "Parece que el paseo en moto te dejó sin aliento, ¿podrías por favor decir algo? Así sea un insulto." "Cuando terminemos de comer llamaré un auto para ti, no sabía que sería tan malo..." "Recuerdo haberte dicho que si era demasiado rápido para ti podía detenerme." Pero la verdad es que Mina solo estaba molestándola, le había encantado el paseo en la moto de la rubia, además de que le gustaba decirlo 'un paseo, muy muy juntas, con muchos roces, en una flameante motocicleta, con una conductora rubia igual o más caliente que el vehículo...' pensaba Mina, torturando a Sana un poco más con su silencio aparentemente alarmante.

"Sana." La detuvo tomándola de los hombros cuando la rubia estaba a punto de soltar otra hipótesis nula. "Me encantó el viaje en tu motocicleta. De hecho, me estaba decidiendo entre qué me gustaba más, si ella o tú." Admitió sin procesar las palabras antes de soltarlas, y quiso arrepentirse, pero no era más que la verdad. Era ridículo retractarse.

"¿Eso hacías?" Preguntó la contraria, notablemente sorprendida, con ojos esperanzados. Mina asintió, sin ganas de cortarle la emoción. "Estupendo, entonces vayamos a nuestra mesa mientras me cuentas como harás para decidirte entre ambas, porque no puedes tenernos a las dos." Bromeó mientras entrelazaba su mano con la de Mina, y la jalaba suavemente por el interior del restaurante.

(...)

A Mina le gustaba Sana, eso ya lo había aceptado desde la llamada de la mañana, la invitación. Y la cena estaba saliendo increíble, resultó ser que Sana era bastante infalible al seducirla, le estaba saliendo estupendamente, y la pelinegra no se sentía incómoda con los roces momentáneos o las miradas traviesas por encima de la copa... Claro que, como se trataba de la vida de Mina, todo lo presuntamente feliz, era efímero. En aquel momento, fue cuando un día de paz, de felicidad pura, fue arrebatado por la aparición de un personaje cuya escena no estaba prevista. Mucho menos planeada.

Mina la vio a lo lejos y sintió su estómago comprimirse. A medida que la mujer de cabello castaño claro se iba acercando, su propia respiración se iba acortando. "Nayeon..." Expulsó con sorpresa y con ello lo poco que le quedaba de aire. Enseguida sintió que toda la situación era demasiado abrumadora, por lo que decidió levantarse y correr, lejos de ahí. Lejos de ella.

"Mina." Llegó hasta la contraria con la respiración entrecortada, por lo que Mina asumió que había corrido hasta ella. "No esperaba verte aquí." Y fue lo único que pudo decir, ya que Mina había plantado una bofetada en su mejilla derecha, tal como aquel día en el que se vieron por última vez.

"¡No me mientas Im Nayeon!" Espetó en tono bajo, porque, a pesar de su arrebato de sentimientos y emociones descontroladas, no quería causar una escena en este lugar. Por suerte la mayor la había seguido hasta la terraza del bar, en donde estaban solas y alejadas del resto de los presentes. Sana por alguna razón se había quedado tranquila en el taburete, apenas observándolas. Le agradecía el espacio. "No digas que esto fue una coincidencia. ¿Crees que no conozco de lo que eres capaz?" Bufó divertida y de inmediato adoptó una posición fría, cruzando sus brazos y eliminando por completo alguna expresión tranquila en su rostro. "Trabajo en el hotel, a donde descuidadamente has ido, cada vez que la señorita Nakamura se presenta. ¿¡Me crees lo suficientemente estúpida como para no comprender tus intenciones!? Te recuerdo que esta nueva identidad tuya de 'la señorita Park Nayeon, esposa perfecta' la conozco. La conozco desde que vi los papeles de la boda, Nayeon. ¿Por quién me tomas?"

El escenario daba a entender que ahora era el turno de Nayeon de hablar, quizás una oportunidad para defenderse, pero es que Mina tenía tan pocas ganas de escucharla, que solo quería seguir hablando. Pero no podía. Ya las palabras no saldrían de ella. Necesitaba aire.

Her Own Worldview [Minayeon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora