❄️ Color Turquesa: Asociación.

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-¿Mamá? -pregunto asustado.

-Lo siento, pero sabes que yo siempre estoy ocupada, han pasado quince años desde que cuide de un niño, ni siquiera recuerdo cómo hacerlo, tu padre tampoco estaría muy feliz con esa idea, quizás te has encariñado con el niño, pero... nosotros no podemos adoptarlo.

Una piedra enorme se quita de mis hombros y puedo respirar.

-No, no me refería a que ustedes lo adopten... mira. -tomo el folder con los documentos que Riko me ha dado. -Yo... yo podría adoptarlo.

Antes de que llegue a tomar el folder me mira asustada.

-¿Tú?

Asiento.

-Suena raro, lo sé, pero es posible, una ley vieja y polvorienta que nadie usa, pero... cumplo con las cláusulas, podre hacerme cargo de él, solo necesito que firmes los documentos.

No revisa los papeles, simplemente los deja sobre la mesa y me mira seria.

-Esa es una peor idea. -dice tratando de no sucumbir ante el enojo que quizá la invade. -Mira, entiendo que eres un chico que se mete en todas estas cosas. -mueve los brazos sin señalar algo en realidad. -Pero... ¿Adoptar un niño? Cariño aun eres un puberto, tu padre y yo te dimos la libertad de vivir solo porque sabemos que eres responsable, pero... esto es una responsabilidad aún más grande.

-¿Puedo hacerlo?

-Y no lo cuestiono, pero tienes que ver por ti, tu futuro, ese niño solo será una distracción para ti, necesita cuidados, necesita una madre que vea por él.

Algo se sacude dentro de mí.

-Pero...

-Escucha. -se aprieta el puente de la nariz y exhala. -Estás pensando con el instinto protector que tienes, me alegra que quieras hacer algo bueno por un niño que no tiene a nadie en el mundo, pero existen lugares para esos problemas, personas que pueden resolverlo.

-Tú mejor que nadie sabe lo horrible que son los orfanatos. -digo controlando la voz.

Ella suspira.

-Es un lugar triste, sí, pero... tú no puedes hacer nada para cambiarlo.

-Puedo cambiar la vida de Eren, tal vez... tal vez no pueda sustituir a una madre, pero puedo ser su tutor, puedo enseñarle, educarle, hacer una persona de él.

-No puedes ni con tu prima, es de tu sangre y solo ha vivido contigo un par de meses.

-Es diferente.

-No, no lo es.

Agacho la cabeza, sin más argumentos que dar.

•◘•◘•◘•◘•◘•

A la mañana siguiente mi madre es la que hace el desayuno, Eren parece feliz con la presencia de ella, se agarra a su falda y le hace preguntas, le pide Hot cakes bañados en miel, se ofrece a ayudarle a cocinar y trata de llamar su atención para que le sonría solo a él, ve en ella una confianza que quizá no pueda ver conmigo.

Mikasa parece más relajada, se une al desayuno y pide disculpas por su mal comportamiento, dice que no quiere volver a su casa porque aquí se siente más segura y en paz, eso me toma desprevenido y a mi madre también quien le pregunta los motivos y circunstancias para decir eso, Eren se le une diciendo que también le gusta vivir conmigo, pero de él no me sorprende.

Salimos por la tarde al parque de diversiones, pero mamá y yo no cruzamos ninguna palabra, se divierte con mi prima y el niño, corren de un lado a otro, comprar golosinas y gritan...

Tal vez tiene razón, tal vez solo estoy siendo más inmaduro de lo que pienso. No tengo la edad para cuidar de un niño diez años más pequeño, tengo solo dieciséis años, no soy más maduro que él.

El pensamiento hace que me sienta diminuto y patético, sin nada mejor que hacer que sentarme a mirar como las desgracias pasan frente a mí, es algo desesperante, una guerra en la que no puedo pelear por no tener armas.

Al final del día volvemos al pequeño departamento en el que resido, eso incluso me hace sentir mediocre, como puedo pensar siquiera en que puedo hacer que un niño viva en este lugar tan diminuto.

-¿Levi?

Eren me jala del borde de la camiseta y me mira con los ojos llenos de preguntas.

-¿Qué sucede? -pregunto imitando un tono más alegre.

-¿Estás triste? ¿Te paso algo?

Lo miro sorprendido, ¿Cómo ha logrado ver a través de mí?

-No, para nada. -Le sonrió para hacerle respaldo a mis palabras.

Sus ojos me dicen que no me ha creído pero que no insistirá.

Hacemos la misma rutina diaria antes de ir a dormir, cenar, ponerle el pijama, contarle un fragmento del cuento que le invente y lo arropo hasta que termina profundamente dormido, emite un leve ronquido y después yo abandono la habitación, quizá sea la última vez que duerma allí, quizá para la próxima noche que viene él tenga que pasar su velada en un lugar lleno de otros niños, sin cuentos ni nada parecido. El corazón se aprieta en mi pecho y me vuelvo a sentir pequeñito, sin fuerzas para pelear en esta batalla.

-Mamá.

Ella suspira cansada, ha pasado todo el día de arriba hacia abajo con Mikasa y Eren, riendo y divirtiéndose.

-Lo sé, lo sé, se lo que vas a decir. -se sienta en una de las sillas del comedor y me mira triste. -Y me gustaría decir que mi respuesta es la misma, pero... Eren es un niño que se gana rápido el cariño de la gente ¿No?

Un pedacito de esperanza nace dentro de mi pecho.

-Yo...

Me interrumpe de nuevo alzando una mano.

-Voy a firmar esos documentos, pero es obvio que ira con represalias, no va a ser algo sencillo.

Gracias por leer.

Parlev

Promesas de CrayónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora