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Jisung's pov:

Siete golpes le di a la puerta, luego otros cinco, y muchos más de forma bastante desesperada hasta que finalmente esta fue abierta

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Siete golpes le di a la puerta, luego otros cinco, y muchos más de forma bastante desesperada hasta que finalmente esta fue abierta.

Ahí estaba Seungmin, con una expresión molesta y una toalla cubriendo la mitad de su cuerpo.
Aún así no dudé en lanzarme a él, envolviéndole en un abrazo que de verdad, de verdad necesitaba.

—Hueles a problemas—Dice él una vez olisquea a mi alrededor. Yo hago lo mismo y bufo al reconocer el olor a roble.

—Apesto a alfa.

—Exacto, problemas—no debato mucho en darle la razón.

Dejo atado al caballo prestado que tomé del señor Shin, le doy una manzana, y paso a la casa de madera, era una acogedora cabaña un poquito alejada del pueblo, veinte minutos cabalgando me toma llegar.

Me tumbo sobre el sofá de Seungmin y celebro cuando él llega con una bandeja llena de galletitas, definitivamente fue una buena opción venir aquí.

—Dios, en serio necesito que me des tu receta—gimo de satisfacción cuando las chispas de chocolate se derriten en mi boca. ¿Es como tener un orgasmo bucal? qué va, ya ni tengo idea de lo que estoy pensando. Seungmin me mira con detenimiento y toma asiento a mi costado.

—ajá, pero primero me dirás porqué ya es la cuarta vez que llegas apestando al príncipe.

No me atragando con la galleta solo porque ya me esperaba esta pregunta.

Con mucha eficacia la esquivo.

—Bien, pero primero quiero ver a ráfaga—se cruza de brazos pero no tarda mucho en aceptar.

—Ve, está en el jardín junto a jami.

No me hizo falta más, le di un sorbo a mi té y salí disparado hacia el jardín, donde me encontré dos bonitas yeguas, una de un color gris llamativo y la otra de un precioso pelaje blanco bastante cuidado.

Ráfaga ha sido mi yegua desde que tengo memoria, me la llevé el día que decidí escapar, sería bastante escándaloso llevarla por ahí así que le pedí a Seungmin cuidarla por mí.

—¡Mi bebé!—Ráfaga relincha al verme, moviendo sus patitas de un lado a otro, me tiré encima suyo antes de que intente safarse de su atadura
—¿cómo estás, preciosa? ¿Minnie te cuida bien? ¿tienes hambre? te traje unas manzanas para que compartas con jami— jami era la yegua de Seungmin, y así como nosotros, ellas eran mejores amigas también.

De mi bolso saqué unas cuantas manzanas, las alimenté gustoso y las acaricié por un buen rato. Hasta que Seungmin apareció por la puerta trasera y me dedicó una de sus miradas juzgonas, yo vacilé un poco antes de responder su pregunta.

—¡Te juro que no lo sé! Es decir, la primera vez pensé que era normal porque le estaba llegando su celo, las otras dos veces las dejé pasar, pero ahora no lo sé... él empieza a confundirme. Es muy extraño.

Condemned | MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora