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Jisung's pov:

—Es un maldito idiota

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—Es un maldito idiota...—Murmuro soltando una gran exhalación una vez me encuentro lo suficientemente lejos de la habitación de Minho y sus estúpidas feromonas que no dejaban de atormentarme.

Él era así, disfrutaba de intimidarme, esa ni siquiera estaba cerca de ser la primera vez que me trata de esa manera, ¿cuál es su problema? ¿todos los alfas tenían el afán de imponer sobre otros? Lo peor de todo es que no sería capaz de enfrentarlo, uno porque desgraciadamente es el príncipe, dos porque es un tonto alfa, y tres porque eso sería aceptar indirectamente que me sentía débil ante él.

No, eso no pasaría, solo lo seguiré ignorando esto hasta que se le pase su extraño capricho, sí, eso haría.

Suspiré hondo y pasé mis manos por mis cabellos perfectamente peinados, repetí la acción con mi ropa y retomé mis andares por los anchos pasillos del castillo, tenía demasiados pendientes como para siquiera detenerme a pensar en mis problemas ajenos.

Mierda, pero hablando de problemas ajenos, pronto debería buscar a Seungmin, ya se me acabarán los supresores.

Últimamente debía tomar varias infusiones, todo gracias a un alfa que estaba empeñado por rodearme con su apestoso aroma.

¿Apestoso? Me contradijo mi lobo, como siempre solo lo ignoré, no discutiría con él en estos momentos.

—¿Día pesado? ¿Por qué esa carota?—pegué un brinco hacia atrás del susto. Ryujin, que se encontraba sentada en el barandal de las escaleras, rió con ganas y le brindó un mordisco a su manzana. Yo me aclaré la garganta y acomodé mi camisa.

—¿Qué carota?—cuestiono curioso y ella alza una ceja.

Olvidé decirlo, Ryujin era la beta del rey, básicamente lo ha sido desde que Felix cumplió sus dieciséis. Yo la adoraba aunque no se lo dijera, seguro ya lo sabe, era una de mis pocas amistades aquí.

—Eh, no lo sé, la que tenías hace un momento porque parecías uno de esos peces con la carota toda deformada.

—Ya, no sé de lo que hablas—sí sé de lo que habla, pero fingir demencia es lo que mejor hago—estoy bastante ocupado como para tener este tipo de conversaciones, así que, con tu permiso.

Sin más que agregar, la dejo sola y me decido a bajar las escaleras, pero antes de llegar al último peldaño ella se desliza por el barandal y logra alcanzarme.

—Ajá, sí sabes, te vi entrando a la habitación del príncipe hace rato, y luego sales con las piernas enclenques, apestando a su aroma por todas partes, y tu cara más roja que esto—Coloca su manzana delante mío.

—Todos los días voy a despertar al príncipe Lee, además es normal que se me impregne su olor, acaba de terminar su celo—maldito idiota, se atrevió a marcarme con su aroma
—no sé porqué te importa esta vez.

Condemned | MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora