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5 años antes

Las mesas estaban perfectamente alineadas, el piso parecía haber recuperado su color original, mientras un aroma hogareño escapaba de la pequeña cocina para inundar el enorme salón. Mariana había dedicado casi todos los días de los últimos seis meses a aquel lugar y se sentía orgullosa.

-Así que este es el famoso comedor.- La voz de May se oyó desde la puerta, había bajado de su nuevo auto con unos tacones poco favorables para el terreno, llevaba su cabello tirante hacia atrás y una falda recta de un azul militar demasiado serio.

-¿Te gusta?- le preguntó Mariana acercándose con entusiasmo mientras recorría ella misma aquel salón con su mirada.

-Está bien.- le respondió su hermana sin detenerse demasiado en su observación.

-Acá te traje los papeles, tenes que firmar y ya sos la encargada por diez años, es un trato muy bueno, en general sólo otorgan cinco.- le dijo mientras le entregaba una carpeta prolijamente acomodada. Parecía llevar prisa, como si aquello hubiera sido una molestia en su ajetreada rutina y eso era algo que a Mariana no le gustaba.

-¿Queres tomar algo?- le preguntó mientras tomaba asiento en una de las mesas y abría la carpeta.

May negó con su cabeza.

-Debería estar en el estudio ya, pero si los firmas ahora puedo entregarlos antes en el tribunal.- le aclaró cruzando sus brazos delante de su pecho con especial cuidado para no arrugar su camisa prolijamente planchada.

-¿Cómo van las cosas en el estudio?- le preguntó Mariana mientras buscaba inútilmente en sus bolsillos una lapicera.

May parecía fastidiada por los movimientos de su hermana y decidió entregarle ella misma su lapicera.

-Supongo que bien.- respondió una vez que la vio comenzar a firmar.

-Que expresiva...- le respondió Mariana con ironía.

-Te dije que estaba apurada, no puedo sentarme a charlar de mi vida en el horario pico de los tribunales.- le respondió mientras movía sus pies con nerviosismo.

-Vamos May, el mundo no va a dejar de girar porque te tomes unos minutos para contarme de tu vida... Extraño nuestras charlas...- le respondió Mariana apartando su vista de los papeles por unos segundos.

May la observó apretando sus labios.

-Mercedes.- le respondió finalmente.

-Soy la Doctora Mercedes Acuña ahora.- agregó justo cuando Mariana emitía una carcajada que terminó de molestarla.

-Ok, ok, doctora Mercedes Acuña, asumo que con ese super nombre le debe estar yendo muy bien.- le respondió sin poder evitar reír.

-No sé que te parece tan gracioso. Estoy sembrando mi futuro y vos debería hacer lo mismo. No sé por qué renunciaste al colegio, te iba muy bien. Hubieras podido hacer carrera y llegar a directora si querías, en cambio te viniste acá. ¿Qué podes conseguir acá? ¿Qué futuro vas a tener en un lugar como este? Vos no eras así, si mirate, ¡por Dios nunca te hubieras puesto esa remera!.- le respondió señalando aquella prenda oscura, demasiado ancha para ella, con la inscripción del nombre de una banda en colores rojos y violetas.

Mariana volvió a reírse.

-May, soy mucho más feliz acá.- le respondió como si aquello fuera obvio, pero su hermana emitió un bufido y comenzó a negar con su cabeza.

-No hubieras elegido esto si no fuera por ese tipo.- dijo siendo ella la que reía ahora.

Pero lejos de ofenderse, Mariana se puso de pie y tomó su mano con cariño.

-Ese tipo como decis, me hace feliz. Es mi novio y nos amamos, pero no tiene nada que ver con esto.- le dijo alzando su vista para señalar el lugar.

-Esto es mi elección, May. Mamá y papá siempre nos inculcaron el agradecimiento y la generosidad, y este es un gran lugar para ponerlo en práctica. - agregó.

-En el colegio donde dabas clases también podías hacerlo y al menos recibirías una retribución justa.- le respondió May, que hubiera nombrado a sus padres era un golpe bajo.

-Por favor, le enseñaba inglés a niños acomodados cuya mayor preocupación era qué modelos de celular tenian. Esto es real, si te quedaras a ver los rostros de estos chicos cada vez que vienen, la forma en la que cambian sus expresiones cuando alguien los escucha, esto es algo bueno, May. - le respondió justo cuando el celular de la abogada comenzaba a sonar.

May se apartó para recibir la llamada, aunque le costó concentrarse. En ese momento tuvo envidia de su hermana, de que tuviera tan claras las cosas, de que se hubiera sobrepuesto a la muerte de sus padres obteniendo algo bueno de su vida. Ella no había podido, se había sumergido en el trabajo bajo la falsa idea de que el dinero supliría sus carencias. Ese mundo superficial y despiadado que al menos la hacía olvidar.

-Listo, todo firmado, gracias hermanita.- le dijo Mariana una vez que cortó la comunicación para darle un abrazo efusivo, tan agradable como emotivo y entonces no pudo permitirse disfrutar.

-Bueno, bueno, no es para tanto.- le respondió May separandola con movimientos lentos, como si en verdad no quisiera hacerlo.

-Soy feliz May, no importa mi ropa o mi trabajo, soy feliz.- le repitió su hermana y esta vez ella por fin sonrió.

-Eso es muy bueno, solo espero que cuando este novio se canse o se vaya sin demasiadas explicación como la mayoría de los hombres no te arrepientas.- le dijo con ese pesimismo que había adquirido desde el accidente de sus padres.

-Si se cansa o se va, siempre tendré este momento. Prefiero haberlo dado todo y disfrutarlo mientras dure, que lamentar no haberlo intentado. - le respondió con tanta seguridad que May se quedó un poco perpleja, no era lo que pensaba, ella no confiaba en nadie, no entregaba su corazón, no deseaba volver a sufrir una pérdida.

-Ok, ok, me alegro por vos, pero al menos deshacete de esa remera cuando se vaya, preferías tu fanatismo por el color rosa.- le dijo en un rapto de diversión que creía olvidado.

Mariana la imitó y estiró la prenda con exagerado orgullo.

-Son los Perros de la calle.- le dijo sin perder la sonrisa.

.-Van a ser muy famosos en poco tiempo, son realmente buenos, deberías escuchar esa canción.- agregó señalando el nombre que había escogido para el comedor.

-¿Acaso parezco una persona que escucha rock n' roll?- le respondió May comenzando a ordenar los papeles con cuidado.

-Nooo, pero deberías. La música es un excelente bálsamo para el dolor.- le respondió Mariana y antes de que pudiera responder le dio un beso en la mejilla y juntas comenzaron a caminar hacia la salida.

May se quedó pensando en la última vez que había escuchado música, era un aspecto de su vida que también había sepultado.

- May..- agregó su hermana sacándola de sus pensamientos.

-No traigas ese auto por estos barrios, no puedo garantizar su integridad.- le dijo entre divertida y preocupada.

-Adiós sister, suerte con "El regreso del olvido" .- se despidió sin intenciones de regresar allí jamás. 

La cueva del olvido (libro 1 saga del Rock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora