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La noche cayó con la crudeza del invierno, un viento frío y húmedo había comenzado a mover las copas de los árboles y la calefacción de aquel lujoso automóvil parecía no dar a basto.

May no había hablado. Se había subido a la camioneta y ni siquiera se había animado a mirarlo. "Es una buena chica" se repetía en su mente con insistencia luchando por abolir esa nueva sensación de quererlo todo con él.

Había conocido a su familia, su casa y la forma en la que lo trataban le confirmaba que era una buena persona, como siempre había sospechado. Recordaba la dulzura con la que había acariciado a su hermana Bianca con disimulo cada vez que había podido y todo lo que le gustaba de su cuerpo quedaba pequeño al lado de esa faceta que, ya no tenía dudas, amaba.

Pero para él, ella era sólo una chica, una que no había tenido más opción que llevar a su casa, una circunstancial, una que no tenía posibilidades.

-¿Tan mala impresión te causó mi familia?- le preguntó Pato, sin poder aguantar el silencio.

Había salido de su casa dispuesto a ponerle fin a lo que fuera que habían tenido. Verla en aquella mesa, con su sonrisa vivaz y sus ojazos auténticos había sido demoledor. Nunca había llevado a una chica allí, la vida que llevaba en su tiempo de novio, no se lo había permitido, pero en aquel momento comprendió que aunque Candelaria hubiera tenido la posibilidad de ir, las sensaciones no hubieran sido igual.

May era todo lo que siempre había soñado, era hermosa, divertida, inocente y provocativa a la vez. Era la mujer con la que sentía que podría formar una familia como la que sus padres habían formado. Esa que había creído imposible en su juventud y ahora, sintiéndose cada vez más viejo, comenzaba a necesitar.

Sin embargo, el recuerdo de su pasado no le permitía siquiera soñarlo. No podía hacerlo, no podía dejar todo atrás, no existía una cueva del olvido para guardar los recuerdos y sepultarlos para que te permitieran continuar viviendo. No existía y eso hacía que cualquier esbozo de plan futuro se hiciera imposible.

Incluso perdido en aquellos pensamientos pesimistas la había visto preocupada, triste, decepcionada y no había podido soportarlo.

May tuvo un escalofrío y él pasó su brazo por sus hombros.

-Tenes una familia hermosa.- le respondió ella disfrutando de aquel contacto aunque en verdad dolía demasiado.

-Soy afortunado por tenerlos, de no haber sido por ellos creo que no seguiría en este mundo.- le confesó sin poder mirarla.

Entonces ella alzó sus cejas y colocó su mano sobre su pierna con cariño.

-Creo que somos dos desilusionados de la vida que no podemos escapar del pasado. - le dijo con impotencia mezclada con nostalgia.

Pato la acercó a su cuerpo y ella apoyó su cabeza sobre su pecho, se estaban acercando a la ciudad y la noche oscura no ofrecía ningún consuelo.

-Creo que mejor llevamos los instrumentos mañana.- le dijo y sin querer pensar demasiado accionó el portón para que entraran juntos a su casa.

-¿Te quedas?- le preguntó una vez que estuvieron adentro y ella lo miró recuperando algo de esperanza.

-¿Queres?- le preguntó apretando sus labios mientras se levantaba de aquel nido que ofrecía su pecho, para enfrentar sus ojos.

Pato asintió con su cabeza y una leve sonrisa asomó a sus labios.

Todo era tenso. Habían tenido encuentros explosivos durante las últimas semanas y sin embargo en ese momento, parecían principiantes que temían avanzar por arenas movedizas.

La cueva del olvido (libro 1 saga del Rock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora