LA VIDA O EL HONOR (#12)

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HAN JISUNG

"El vientre de la Tierra" Posiblemente el inframundo más letal, pues la naturaleza que le rodeaba, estaba defectuosa y corrompida. Había enormes flores que podían asfixiarte con su dulce aroma, animales con el objetivo de matarte sin pensarlo. Todo allí estaba vivo, y, por ende, todo allí era peligroso.

Cuando atravesé el portal para adentrarme en aquél inframundo, lo primero que observé, fue el cielo. Estaba teñido de un púrpura, y eso me provocó una corriente de adrenalina pura. Sobre él, grandes parvadas de aves alzaban el vuelo, aunque a ciencia cierta, no se sabía qué eran.

Decidí comenzar a caminar con paso tranquilo, pues no quería llamar la atención de ninguna criatura. Pero, aun así, corría el riesgo de pisar alguna rama de un árbol. Y podría despertarlos. La brújula me indicaba que mi objetivo estaba a poco más de quinientos kilómetros, por lo que quería recorrer la mitad del lugar si quería encontrar la siguiente pieza.

Me abrí paso con cuidado por el sendero fangoso de la tierra, observando lo hermoso del paisaje. Las copas de los árboles, en este mundo, exhibían diferentes tonalidades en sus hojas. Algunos ni siquiera poseían alguna. Incluso llegué a ver el antiguo árbol de los anhelos. Las antiguas leyendas decían que, si lo tocabas, y le mostrabas mentalmente uno de tus más grandes sueños, te lo cumplía.

Pero, el poder pocas veces se otorga sin un sacrificio previo, así que, a cambio debías ofrecerle un tributo, en el cual, le dabas al árbol lo que más amabas hecho cenizas, así, el árbol se alimentaba y podía concederte el deseo.

Había caminado un buen tramo, por lo que me sentía cansado y sediento. Contemplé un estanque de agua pura a lo lejos, por lo que decidí acercarme y beber. Sin embargo, en cuanto me acerqué a la orilla, una criatura gruñó detrás de mí.

Me volví para ver de quién podría tratarse, y al parecer, no era más que un Baynéih

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Me volví para ver de quién podría tratarse, y al parecer, no era más que un Baynéih. Una pequeña especie de ardilla que, usualmente, tenía un gran número de compañeros.

Sin embargo, ésta en particular, estaba sola. Adiviné que su molestia, era debido a que, se encontraba herida, y estaba haciendo un esfuerzo para beber del lago, cuando me interpuse en su camino.

—Oh, lo lamento. —Le dije, dando un paso atrás para que pudiese beber.

El Baynéih intentó agacharse para tomar agua, sin embargo, su pata lastimada le impedía inclinarse lo suficiente, por lo que decidí ponerme en cuclillas, tomar un poco de agua entre mis manos y ofrecérsela. El pequeño animalito inmediatamente comenzó a beber de agua que yacía entre mis palmas. Y cuando terminó, colocó una de sus patitas en mi dedo índice.

Sonreí ante aquél gesto, pues eso significaba que estaba agradecido. Vertí el agua restante sobre la tierra, y el Baynéih saltó a mis hombros.

Parece que le agradas. —Dijo una dulce voz a mis espaldas.

CIELO EN LLAMAS (MINSUNG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora