KRYMMENNOS (#6)

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Palabra griega que significa "escondido. "

LEE MINHO

El estómago me gruñía con un ruido atroz. Hace seis horas que habíamos comido, y mi cuerpo no aguantaba más, sin un solo alimento.

Los cascos de los caballos resonando por el suelo, me comenzaron a irritar. Y el ambiente callado e incómodo, me daba una sensación de bajarme, y salir huyendo.

¿Cuánto más iba a durar, este patético viaje a la ciudad? Ya llevábamos dos días enteros en esta carroza, apretados como latas de atún, y durmiendo tan alborotados como un barco en plena tormenta.

Hyunjin adivinó mis pensamientos, o así parecía. Pues, cada que miraba mi cara tan malhumorada, desviaba la vista, y soltaba un hondo suspiro que Kkami correspondía con un gruñido. Él también estaba tan harto y entumecido como yo, de esta travesía.

Para calmar un poco la tensión, la madre de Hyunjin dirigió su mirada hacia nosotros, y nos comenzó a hacer plática. Yo respondía, aunque solo fuesen ademanes, pues en un viaje tan largo, no tenía muchos deseos de hablar.

— Ya casi llegamos, chicos. — Anunció la amable y paciente mujer, dándose cuenta del hartazgo, y el aburrimiento pulidos en nuestras caras. — Los Bang son muy buenas personas, educadas y modestas. ¿No es así, mi retoño?

Con retoño, se refería a Hyunjin. El nombrado alzó una ceja en protesta por ese apodo. Detestaba que su madre lo tratase como un bebé, aunque ya tuviese dieciséis años. Después de captar la indirecta, el chico carraspeó y me miró con una sonrisa improvisada.

—  ¿Ah? Ah, sí. — Contestó Hyunjin, algo distraído, y sin dejar de mirar a su madre. — Tienen dos hijos. Ellos son muy... ¿Sociables? Se llevarán muy bien, ya lo verás.

—  Y no te imaginas como cocina el retoño de los Bang. — Siguió la señora Hwang. Al parecer, tenía una obsesión por llamar a todos los jóvenes como "retoños". — Hace unos brownies deliciosos. Siempre he dicho que ese muchacho, aparte de ser un encanto, es talentoso.

Alcancé a ver de reojo a Hyunjin. Y al parecer, el "retoño" de los Bang no le caía muy bien. Pues, con sólo mencionar su destreza culinaria, puso los ojos en blanco, y su semblante despreocupado se tensó.

Traté de no tomarle mucha importancia. De todos modos, no iba a quedarme. Tenía que seguir mi propio camino. Justo cuando cavilaba en esto, la carroza se detuvo, y escuché cosas que jamás había oído antes: Un bullicio molesto, demasiado ruido de pasos presurosos y autos. Era el doble de escandaloso que el pueblo.

Traté de ver por encima de la tela que cubría a nuestro transporte. Pero era inútil. Había muchos ruidos desconocidos, algo parecido a máquinas y demasiadas personas. La ciudad era grande, sin lugar a dudas. Me reincorporé en el asiento para estirar un poco a mi adolorido cuerpo, y di rienda suelta a mi curiosidad, dirigiéndome a la señora Hwang.

— Disculpe, señora Hwang... -Dije en un tono cortés, intentando cubrir mi indiscreción. — ¿Puede decirme, por qué paramos, y en dónde?

La mujer me sonrió radiantemente, como si hubiese esperado para dar una gran noticia.

—  Estamos en las calles de la cuidad de Nightingale, cariño. — Respondió con amabilidad. — Solo hay que llegar a la casa de los Bang y listo. ¿Quieres ver cómo son las cosas por aquí?

"No hacía falta que preguntará." Pensé, e inmediatamente me asomé por donde ellos tenían las riendas.

Me quedé asombrado ante lo que presenciaron mis ojos. Grandes edificios se alzaban en las calles, y resplandecían. Los autos de distintos colores y formas, cruzaban velozmente las carreteras. Había grandes negocios de belleza y tecnología en cada esquina. La tecnología era impresionante, los anuncios de las diferentes marcas eran anunciados por grandes pantallas y prototipos en 4D. Por no hablar de la iluminaria, que era mejor que en cualquier otro lado.

CIELO EN LLAMAS (MINSUNG)Where stories live. Discover now