Capítulo 16

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Capítulo 16

La casa estaba anormalmente silenciosa cuando Harry Potter entró por la puerta a las 19:00 pm, se sentía muy molesto ya que había pedido esas vacaciones para estar con Hermione, para ayudarla en esta transición pero su jefe parecía que no pensaba igual y cada vez que había un mínimo problema lo llamaban y tampoco ayudaba a que Ron fuera al trabajo borracho como una cuba intentado pelearse con todos sus compañeros. Ya le habían abierto dos expedientes, al tercero lo echaban del escuadrón y volvería a ser un simple principiante.

Le dolía ver como como su antiguo mejor amigo se consumía y lo más doloroso es que no aceptaba ayuda de nadie. Al principio él intentó estar allí para él, dándole otras alternativas para canalizar el dolor y la ira de la pérdida de sus hermanos, pero no sirvió de nada. Cada día era más agresivo e incluso Hermione ya no hablaba directamente con él porque no aceptaba ninguna crítica por buena que fuera.

Ahora Ron estaba viviendo sus propios demonios, en breves casado con Umbrigde. Él lo compadecía, ya que esa mujer era insufrible, pero el azar es el azar y el Ministerio había elegido esas parejas por algo, por compatibilidad, por sangre. Nadie lo sabía a ciencia cierta ni siquiera el Ministro, había sido un trabajo totalmente confidencial hecho por los pocos inefables que quedaban.

Harry esperaba en el fondo de su corazón que la llegada de un hijo cambiara a Ron. Los niños siempre son una fuente de sorpresas y a veces cambiaban a las personas y él esperaba con todo corazón que ese fuera su caso. No solo ya por Ron, sino por la familia Weasley que había perdido dos hijos y no se merecían perder a otro.

Harry había tenido muchas críticas por parte de Ron al casarse con Hermione y a menudo veía en los ojos de la gente reproches de lo pronto que había olvidado a Ginny Weasley. Harry nunca dijo nada ya que esas personas no lo conocían, solo conocían al héroe, al que derrotó a Voldemort, al auror que lucha para que haya una comunidad tranquila, pero no conocen al verdadero Harry Potter. Solo había una persona que lo conocía y esa era su esposa, Hermione.

Siempre le había gustado Hermione, pero como nunca había sentido el amor, lo había confundido con la amistad más pura y profunda. Lo de Ginny fue algo adolescente, lujuria, pasión, algo prohibido por ser la hermana pequeña de su mejor amigo y cariño. Pero por ella nunca había sentido lo que sentía por Hermione.

Ahora tenía la oportunidad de ser feliz, aunque tuviera que compartir a su esposa con seis magos más, pero él sabía que siempre sería el primero en el corazón de Hermione. Deseaba o más bien anhelaba formar una gran familia, tener un montón de niños para ser el padre que nunca conoció, para sentirse pleno y en paz.

Solo había saboreado unas pequeñas cucharadas de lo que sería ser padre con el pequeño Ted y le había encantado. En el futuro, cuando a Andrómeda no le quedaran mas fuerzas, le gustaría que Ted viviera con ellos, para adentrarlo en el núcleo de la familia como uno más. A ese pequeño nunca le faltaría nada de amor y cariño.

Harry se dirigió hacia la cocina en donde se encontró a Bill sentado en una silla, tirándose fuertemente del cabello mientras un sonriente Rodolphus entraba por la puerta silbando una canción que desconocía.

— ¿Estás muy feliz, no? — preguntó Bill con una voz que destilaba desprecio.

—Bastante la verdad. —dijo Rodolphus mientras se comía una manzana a bocados.

—Y ¿Hermione? ¿Dónde está? —preguntó Harry al ver que el ambiente estaba muy tenso que casi se podía cortar con un cuchillo.

Siete para mí (Harry Potter) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora