Capítulo 9

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Cuando Hermione entró de nuevo en la sala se encontró una estampa totalmente diferente de como la dejó: los diferentes magos estaban rodeando al ministro mientras que él escribía con una pluma los nombres que éstos le iban diciendo.

—Hermione, estamos diciéndole a Kingsley los invitados. —dijo Harry al ver entrar a Hermione, aunque cerró los ojos con furia y celos al ver que Cormac estaba demasiado cerca de ella.

Hermione se acercó en donde estaba la lista y pudo observar de que ya iban por 300 invitados, la mayoría desconocidos para ello, pero también había nombres conocidos como la familia Weasley, Luna, Nevilla, Dean, Seamus, Lavender, Pansy, Zabini, Nott, entre otros compañeros de Hogwarts.

—No conozco a la mayoría. —musito Hermione con preocupación.

—Algunos son socios de mi buffet de negocios. —explicó Malfoy. —la mayoría pertenecen a España y Francia, ya que la mayoría de mis negocios son en el extranjero y si no los invito, se sentirán insultados.

—No me estaba quejando Draco, simplemente lo comentaba. —dijo Hermione sonrojándose al notar la mano de éste en su cintura.

— ¿Quieres añadir a alguien más? —preguntó el ministro.

—No, a parte de mis padres, todos mis familiares cercanos han muerto y todos mis amigos están en la lista. —dijo Hermione con seriedad. Siempre le había afectado no tener más familia. En momentos como estos, sin sus padres, se sentía sola.

Estuvieron una hora así, añadiendo y tachando nombres de la lista, hasta que hubo 875 invitados más la prensa, la cual estarían invitados El Profeta, Corazón de Bruja El Quisquilloso ya que Hermione y Harry le tenían estima por ser el periódico de Luna, al retirarse su padre por su vejez.

—Bueno ya está todo hecho, mañana por la mañana las invitaciones llegarán a todas estas personas, cuando tenga la confirmación, os lo indicaré para que vayáis organizando todo en Hogwarts. Yo debo irme porque mi trabajo me llama. —dijo el ministro guardándose la lista de bodas.

Todos indicaron que debían irse a hacer sus labores ya que el tiempo corría en su contra y eran muchas cosas las que tenían que preparar.

—Bill, si vas para la Madriguera, me gustaría ir contigo ya que debo hablar con tus padres. —dijo Hermione dirigiéndose a Bill mientras se mordía el labio.

—No hay problema. —dijo Bill con una pequeña sonrisa.

Los restantes magos, después de hablar y organizarse para la mañana siguiente se dirigieron a Hermione para despedirse. El ministro tan solemne como era, le besó los nudillos ganándose el sonrojo de Hermione, ese sonrojo que tanto le gustaba. Cormac se despidió como un pícaro y le besó con un beso cerca de la comisura de los labios llevándose un resoplido de Hermione, mientras éste sonriendo se dirigía hacia la chimenea. Severus con su porte aburrido, simplemente se despidió con su forma seca tan característica de él. Harry, por el contrario, le dio un pequeño pico en los labios y la abrazó, mientras que Lestrange la besó en la frente. Los dos magos se encaminaron hacia la puerta para aparecerse. Draco con su porte orgullo le besó la palma de la mano y acompañó a Bill y a Hermione al punto de aparición.

Una vez Bill y Hermione fuera de los terrenos de Malfoy se desaparecieron juntos hacia la Madriguera.

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Bill y Hermione se aparecieron en la Madriguera, aunque Hermione que odiaba las apariciones, se tropezó con sus pies e iba a caer en el suelo, pero Bill la sujetó con fuerza en el brazo para que no cayera. Hermione colorada como un tomate musitó un gracias.

Siete para mí (Harry Potter) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora