Capítulo 20

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OJO: LIMÓN.

Capítulo 20

La semana después del incidente, como lo habían bautizado Hermione y Harry, había pasado con relativa calma aunque algunos de los chicos no se comportaban como antes, sino que trataban a Hermione como una muñequita de porcelana, cosa que la halagó al principio pero después de cansó de ello.

El caso más notable fue el de Cormac que no fue a cenar en los siguientes días y apenas se le vio por la casa. Hermione intentó hablar con él en numerosas ocasiones ya que lo echaba de menos. Parecía ilógico pero era cierto. Se había acostumbrado a él, a sus bromas picantes, a sus roces causales, a sus besos en los momentos más inoportunos, sus charlas sobre como cambiaría las cosas. Había descubierto que en el fondo de su ser, debajo de su coquetería se encontraba un hombre con grandes ideas. Algunos lo tacharían de utópico, pero ella lo veía como un visionario.

Hermione intentó levantarse temprano para aunque sea desayunar con él, pero se iba antes del amanecer y venía cuando ella ya estaba en la cama. Su actitud le dolía aunque no lo decía, sentía que como le imponían estar con ella, se estaba comportando acorde a su rutina. Hermione pensó que la tontería con ella se le había acabado y ahora estaba buscando un nuevo reto en otras mujeres y eso le dolía. Le dolia mucho. Porque ya se había acostumbrado a él y ahora él se lo quitaba.

Severus Snape era otro que se comportaba de igual manera, aunque llevaba así todo lo que iban de casados. Solo venía para la cena y poco más, ella le preguntaba por su trabajo y él le respondía monocorde, como si la cosa no fuera con ella. Se comportaba igual que cuando estaban en Hogwarts y muchas veces ella se seguía sintiendo su alumna y no su mujer. Apenas se acercaba a ella y el único beso que la había dado fue cuando se unieron. En ese sentido, sus sueños adolescentes en los que él era el protagonista se estaban haciendo añicos.

Hermione se sintió frustrada y enojada con ellos dos, ya que no entendía sus actitudes y eso hacia mella en ella, ya que pensaba que odiaban estar con ella, que solo la aguantaban porque estaban obligados a ellos, así que tomó una decisión que le dolió. mucho: dejarlos en paz. Como triste que sonaba, tiraba la toalla con ellos, no quería sufrir más sus desplantes y aunque a veces se levantaba por las mañanas con una buena actitud pensando en hacer las cosas bien, en esforzarse más, cuando veía que Cormac ya se había ido y los bufidos de Snape cuando hablaba con él, su motivación se marchitaba.

Hermione creía que quizás con el tiempo, podrían llegar a ser amigos, aunque no la quisieran como su mujer, así que se lo planteó desde ese punto de vista. Darles el tiempo necesario para que se adecuaran a ella y dar pequeños pasos hasta conseguir su amistad. No quería imponerles más su presencia.

Las cosas con Lestrange habían vuelto a su cauce después de su chequeo en el ministerio, él no le había dicho en que había ayudado y ella no insistió. Cuando salieron de allí después de una hora, Harry, Rodolphus y ella fueron de nuevo a su peluquería favorita habiendo dejado guapísimo a los chicos. Al caminar por el Londres Muggle muchas chicas se les quedaba mirando y ella había sufrido algunos celos, aunque cuando se sentaron en una cafetería a comer, uno de los camareros empezó a coquetear con ella y fue Lestrange quien muy suavemente le hizo entender que como no dejara a su mujer en paz, se vería cara a acara con la muerte.

Hermione se enfadó pero en el fondo se había sentido halagada de que dos guapos magos tuvieran celos de otros hombres.

Lestrange pasaba casi todas las noches durmiendo con ella, hasta que Bill, Draco y Harry se quejaron y ahora los chicos se rotaban, la situación en si había sido muy graciosa.

Siete para mí (Harry Potter) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora