Capitulo 24

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Cristo vencedor.

Ver la moto más de cerca se me hizo conocida en un comercial. Siempre los he visto en la televisión, nunca se me dió la oportunidad de verlo así.

Estoy segura que es hijo de papi y mami. Tiene una mansión, tiene dos autos y una moto del maldito año. Es algo que ni en esta y en la otra vida podría comprar.

Ser pobre es difícil. No pedí ser así, pero que se puede hacer en estos casos.

Se acercó a mí y me entregó el casco, bueno está por ponermelo y yo lo detuve.

Lo miré con el ceño fruncido. ¿Y qué pasa con él? ¿No tiene otro?

—Estaré bien, Jenna.

Negué.

—Solo porque seas un Noveno… no significa que seas inmortal —bufé con frustración.

—No es que lo sea. Tengo bastante experiencia, prefiero herirme yo en vez de a tí, ¿Me entiendo?

—Si te caes…

—No voy a caerme —me interrumpe.

—Si te caes —insistí—. No quiero decir te lo dije.

—Está bien, no pasará nada. Tranquila —habló con tranquilidad—. Anda, sube.

Sin confianza me acerco a él y dejo que me coloque el casco. Si él dice que tiene experiencia, entonces debería creerle.

Lo veo subirse primero y luego seguí yo.

—Sostente bien de mí. ¿De acuerdo? —me dijo y yo solo asentí.

—No creo que sea necesario, ¿O sí? —pregunto.

—Lo será, cariño. Así que sostente o caerás —advirtió

Ay dios mío.

Mis manos vagaron por su cintura y me sostuve de su chaqueta.

Mi corazón se aceleró más de lo inusual, podía oler aquél perfume embriagador que me gustaba de él. Cuando aceleró, mis manos se agarraron fuerte de su cintura, ya no de su chaqueta.

Estuve lo bastante apegada a Nicolas, parecía un gato, y que vergüenza, pero no quería caerme. Así que aguanté todo tipo de roce entre nosotros.

Piensa en la biblia, Jenna.

No caigas en la locura.

En todo el camino estuve así de él. Cuando se detuvo, mi agarre se disminuyó un poco.

Que miedo.

No sabía en dónde estábamos.

Me bajé con cuidado y él también lo hizo. Me ayudó a quitarme el casco y lo agarró para sostenerlo.

—¿Qué tal? —preguntó con diversión—. ¿Te gustó?

—Sí, me gustó… —respondí.

—Me alegro que así haya sido, pequeña —se acerca y sacude mi cabello con suavidad—. Ahora, hay que dar una vuelta.

—¿Dónde se supone que estamos?

—Muy lejos de Asfil —responde—. No recuerdo el nombre de este pequeño pueblo… Pero no hay peligro aquí.

—Como dije, no sabía que tenías ese lado tan protector. ¿Así lo eres siempre?

Se detuvo y yo me detuve. ¿Qué le ocurre?

—Lo soy, pero lo estoy siendo… más de lo inusual.

—¿Por qué?

—Por tí —lo dice con mucha obviedad.

Twisted Love [Nicolas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora