Los días se volvieron semanas y las semanas se convirtieron en largos meses. El tiempo iba pasando tan pronto como los encuentros a escondidas y momentos con un trío de niños que en su inocencia no sabían lo que estaba sucediendo a su alrededor cada que su padre invitaba a cierto rizado a cada uno de sus planes para pasar el rato, pero no se quejaban en lo absoluto, no cuando sus incautos corazones perseguían con desespero aquella figura que les daba la atención y cariño que alguien más no lo hacía.
Louis estaba encantado con la manera en la que su joven amante parecía disfrutar de la compañía de sus hijos, siempre jugando con ellos o haciendo cualquier mínima cosa que le robaba una sonrisa. Aunque todas sus salidas se vieron afectadas con el regreso de su secretaria y la del menor a la universidad, pero buscaron los momentos adecuados para estar juntos.
La relación con Dylan desde que el mayor decidió dormir definitivamente en la habitación de invitados fue aún más en picada. Louis evadía descaradamente los besos que su esposo quería darle y su atención únicamente estaba puesta en sus hijos.
Dylan al inicio trató de arreglar las cosas con el ojiazul. Intentó salir a cenas y con algunas insinuaciones para reavivar su matrimonio, pero su marido parecía no inmutarse ante sus fallidos intentos. Después de que se dio cuenta de que no estaba teniendo éxito, regresó a los reclamos. Ambos peleaban cada que tenían la oportunidad, su hogar parecía un campo de guerra aunque Louis trataba de que sus hijos no lo notaran demasiado.
Aunque a Dylan le daba igual, no le importaba si estaban sus hijos presentes. Quería dejarle en claro a Louis que estaba dispuesto a que sus hijos vieran la manera en la que él se comportaba, diciéndole a los niños que era muy probable que su padre los estuviera cambiando por alguna zorra de su trabajo con la única intención de hacer sentir mal al ojiazul.
Louis cada vez lo soportaba menos, pero había cierto chico de hermosos ojos verdes, rizos bonitos y sonrisas coquetas que encontraba la manera de calmarlo. Su vida parecía darle un respiro cuando estaba con Harry, él siempre sabía cómo apaciguar su molestia y lo mejor es que sus hijos parecían adorarlo por completo. Igual que él. Para los cuatro, Harry era un rayo de luz iluminando los días oscuros.
—Dulzura, ¿Estás en tú casa?— tarareo Louis por teléfono.
“Lo estoy. ¿Sucede algo, Lou?”
—Te tengo una sorpresa— formuló mientras observaba el bonito cielo que el gran ventanal en su oficina le dejaba admirar a través del cristal.
“¿De verdad?” respondió curioso. “¿Puedo saber qué es?” quiso saber emocionado.
—No mi amor, se supone que por eso es el término: sorpresa— dijo riendo por su actitud mimada.
“Oh. ¿Entonces?”
—Pasaré por ti en veinte minutos para que puedas ver lo que te tengo. Es más bien algo para los dos, pero será tuyo— medio explicó, intrigando más a Harry.
“¿Debo ponerme algo en específico? Porque estoy en pijama y no quisiera cambiarme” mencionó a través de la línea telefónica.
—No es necesario que lo hagas. Además, te ves bonito con cualquier cosa que lleves puesto— le respondió honesto.
“Siempre dices eso” se quejó con un puchero que, por obvias razones, Louis no pudo ver.
—Porque es verdad, dulzura. Te ves precioso con cualquier cosa que lleves puesta.
“Fingiré que te creo. Ahora, date prisa” apuró. “Ya quiero ver cuál es la sorpresa”
Louis rio por la desesperación del menor, pero aceptó y terminó colgando la llamada para después salir de su oficina, excusándose con que tenía algo importante que hacer y que probablemente tardaría un poco en volver.
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High Infidelity [L.S] M-preg
De TodoSu matrimonio de años se había ido a la mierda, se había vuelto insípido y rutinario. Los celos y los reclamos estaban siempre presentes y a esas alturas los votos que hicieron en el altar se estaban poniendo en duda y un caliente universitario de...