Capitulo 31

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Lastimosamente para Harry, su papel en la oficina había quedado reducido únicamente al de ser el secretario del señor Tomlinson. Ya no habían más bromas, algunas miradas indiscreta ni besos robados.

Esta situación había surgido después de que Harry, finalmente, se había cansado de esperar a que Louis pusiera fin a su matrimonio. Aunque había sido claro con el hombre respecto a sus sentimientos, Harry no podía simplemente abandonar su trabajo.

Había tenido una conversación seria con su padre acerca de dejar la empresa por un tiempo indefinido, comprometiendose a buscar un reemplazo lo más pronto posible, mientras tanto, continuaría con sus responsabilidades habituales.

La relación con Louis se había vuelto incómoda y tensa. Antes del almuerzo, Louis, con sus penetrantes ojos azules, había intentado una vez más entablar una conversación con Harry. Sin embargo, Harry no le permitió continuar. De manera firme y decidida, le dejó en claro a Louis que su postura no cambiaría. Le pidió que dejara de insistir y que se concentrara en su esposa e hijos, quienes, según sus propias palabras, eran su prioridad.

Esta situación estaba desgastando a Harry, quien cada día encontraba más difícil mantener una fachada profesional mientras lidiaba con sus emociones personales. Sentía que su corazón se rompía un poco más con cada intento de Louis por hablar del tema, pero sabía que debía mantenerse firme en su decisión por su propio bienestar emocional.

Harry había sido amante de Louis durante meses, viviendo en la sombra de su matrimonio. Había soportado con paciencia las promesas de Louis de que dejaría a su esposa, pero después de tantas esperas y desilusiones, había decidido poner fin a esa relación clandestina. La esperanza de un futuro juntos se había desvanecido, reemplazada por la amarga realidad de ser siempre el segundo en la vida de Louis.

En las largas noches de soledad, Harry reflexionaba sobre su decisión. Recordaba los momentos furtivos de pasión, los encuentros secretos que habían llenado su vida de emociones intensas y agridulces. Pero también recordaba la constante angustia de ser el amante, el eterno segundo lugar en el corazón de Louis. La decisión de cortar esos lazos había sido dolorosa, pero necesaria para su propio bienestar.

Louis, por su parte, parecía luchar con la separación. Sus intentos de reavivar la conversación y las súplicas veladas solo añadían más peso al corazón de Harry. Sin embargo, Harry se mantenía firme, decidido a no ceder ante las palabras que alguna vez le habían dado esperanza.

Cada día en la oficina era un recordatorio de lo que había perdido y de la decisión que había tomado. A pesar de la incomodidad y la tensión, Harry sabía que estaba en el camino correcto. No sería fácil, pero estaba decidido a reconstruir su vida, lejos de las sombras de un amor prohibido.

Eran alrededor de las dos de la tarde y Harry estaba sumido en su trabajo, respondiendo correos y agendando citas con inversionistas y compradores. Su escritorio estaba abarrotado de papeles, y la pantalla de su computadora reflejaba el ajetreo de su mente. Aunque estaba abrumado, agradecía no haber visto a Lou—o mejor dicho, al señor Tomlinson—salir de su oficina. Su paz mental dependía de evitar cualquier encuentro con él. Había tomado la decisión de proteger su corazón, pero sus sentimientos seguían siendo un caos cuando se trataba del hombre de ojos azules.

Sus dedos volaban sobre el teclado cuando una pequeña voz lo interrumpió. Miró hacia arriba y vio a un niño de ojos azules y cabello rubio, acompañado de su nana, Helen, una mujer de rostro amable y sereno.

—¡Harry!—chilló emocionado el pequeño rubio, rodeando el escritorio para abrazarlo con toda su energía infantil.

—¡Damian!—respondió Harry, igual de eufórico, alzando al niño en sus brazos.

High Infidelity [L.S] M-pregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora